Gilda
Rita Hayworth
interpretando a Gilda ¡que hermosa! , gozo mirando esas películas
antiguas y me sorprende que no le hayan dado un óscar por esta interpretación. Además
canta y baila muy bien en esa cinta.
En la secuencia, casi final de la película (al salir yo del Icpna,
la sala limeña donde en copias nuevas exhibían un ciclo sobre Rita Hayworth me encontré
tarareando aquella canción de la película, en la calle, en medio de vitrinas fosforescentes
que las tiendas vendían: laptop, tablet
y se oía la pérfida danza del caballo de PSY que, aun así, no me
quitó mi embeleso.)
http://www.dailymotion.com/video/xq5xu_gilda-1946_music
Gilda vuelve al
casino en Buenos Aires, Argentina, de
propiedad de su desaparecido marido pero lo regenta Johnny Farrell (Glenn Ford) un jugador norteamericano, cotarraneo de
ella con quien tuvo en EEUU un afaire (el mundo es un pañuelo dijo alguien) y habiendo quedado viuda se casa con Johnny pero en una relación
tormentosa que Rita huye a Montevideo
para trabajar en un cabaret donde conoce a un millonario quien le ofrece
matrimonio y ella acepta por despecho pero para la consumación tiene que
divorciarse de Johnny en Buenos Aires, por lo cual,
regresa a Argentina y, ahí, en el casino, se entera que aquél millonario es un patán empleado de Johnny , entonces,
ella entra en rabia. No entiende a Johnny a quien, a
pesar de todo, quiere pero él demuestra una frialdad exterior y a pesar urde
para hacerla regresar.
Gilda recuerda cuando
le era infiel a su primer marido utilizaba a Johnny como
alcahuete (este era empleado de aquel) pero, en el fondo, era para darle celos a Johnny que se comportaba
tan impasible que una vez dijo: Yo te obedezco,
Gilda, pero a usted le trato como la ropa que se lleva a la lavandería y la regreso
a su amo.
En la secuencia, pues, ella, llega al casino ahora de Johnny como se
dijo se entera de
cómo están las cosas. Entonces sube al escenario y se dispone a cantar y
en la melodía, Put the Blame on Mame
vive todo el drama que sufre
interiormente bajo
la careta del susurro, la mirada, el movimiento –Baila un instante (¡qué bien baila!) – y la seducción que le emana por los poros
acompañado por una orquesta magistral. Se quita un guante que era una ofensa en
la sociedad pacata de ese tiempo , se quita los aretes y la gente pide más y más;
y ella se solidariza pero se apena, coqueta, que no puede quitarse la cremallera de la
espalda del vestido y pide al auditorio si habría alguien que le ayudara. Pide provocativa y los hombres se afanan desvestirla y suben al estrado y ella
permisible se deja … Johnny que observaba todo baja de su tribuna y a empellones rescata de los
hombres a Gilda. La carga y la va bajando del tablado y ella sin inmutarse sin
perder la sonrisa, bonachona reparte besos volados a sus seguidores…
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