No puede decirse que dios es amor, siempre, ¿puede
tener un dios amor cuando los elegidos gocen del cielo prometido, estén en el
paraíso y vean a los condenados, por siempre, sufrir en las canteras del
infierno?
¿Se puede ser
feliz en esta vida cuando a nuestro alrededor infelices buscan, apartando a los perros
callejeros, peleando contra ellos, en el conteiner de basura, botellas
descartables, latas bacías de atún para vender en el almacén de chatarra?
¿O, cuando la mujer abandonada y con hijos sin que el
Estado les ayude ni a ella ni a ellos opte traficar con su cuerpo y, luego, adquirido el
sida, se quite la vida con los suyos para que no sufran porque sabe muy bien
que el Estado no velará por ellos? ¿Se puede ser feliz cuando al viajar en el
bus escuchamos, previamente, de esa misma mujer sus lamentos? ¿Qué tipo de amor es ese que dios ayuda a los que más tienen en
desmedro de la mayoría; y nos calla la boca prometiéndonos una vida celestial
después de la muerte? ¿Tan impotente es ese dios que, aquí, a los pobres, no les puede dar una milésima
parte del paraíso?
Tendríamos que ser muy insensibles, egoístas, para festejar
ante la penuria ajena. Desgraciadamente los
hay que más ahonda nuestro desconsuelo porque estamos susceptibles a creer que
no habrá castigos para los ricos.
O si lo hay, se
me da a pensar que será implacable en el juicio final, dios, con aquellos que pensamos así y nos dará una
patada para caer en el río de los infiernos.
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