Cuando era niño
y mi padre me llevaba de la mano a ver el fútbol en el Estadio Nacional, veía
con cierta pena al alfajorero, al manisero, al que preparaba palomita de maíz que,
apostados en las puertas del
estadio no iban a ver un partido de
futbol internacional porque tenían que trabajar, les miraba bien y parecía que
no se inmutaban por ello, tenían la faz bruñida
por algo que no entendía. Hoy, los entiendo pero aun no me animo ser como
ellos aunque lo necesito.
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