domingo, 20 de abril de 2014

El entorno


El problema para  el que escribe puede ser el entorno inmediato , los demás integrantes de la casa que no le comprenden. Generalmente el que despluma lápices  quiere hacer su trabajo de incógnito y no necesita a nadie más en su mesa, este enclaustramiento es supuesto por el entorno como ejercicio de vagancia o ser afecto a  pornografía o juegos por red. Esta malhadada vecindad  nos presiona a sincerarnos (Yo no lo hago): ¡Quiero ser escritor! ó ¡Me gusta escribir!  Esta revelación es  motivo de escarnio y burla que los anticuerpos buscaban. A partir de ahí cualquier desavenencia en casa se rompe por el lado débil , tiene la culpa el que se cree escritor.
Pero como el oficio de escribir es generalmente  una afición  y devoción  no se tiene  reconocimiento alguno,  menos una paga,  irrumpe del bando déspota con la presión: ¿Y,  cuandote llegará la fama?¿Y cuando ganaras un premio? Y con la presión no se puede escribir.
En este país, diría mejor, en este barrio donde vivo los oficios  simples es
mejor que estar lidiando en una mesa con un papel y una pluma. El oficio de escribir no es como el gasfitero que hace su trabajo y trae  dinero a casa. Podría decir que en mi barrio en cientos de casas a la redonda no  habrá más de dos o tres que escriban, por supuesto no me refiero al joven que tiene una esporádica consunción en escribir  a su enamorada,  o al profesional en redactar documentos, contratos o litigios, no.
  Será por eso que muchos que luego fueron significativos escritores peruanos en su juventud  fugaron del país. Mejor se escribe sobre el Perú fuera de el . En este país no se puede escribir solo por el gusto de escribir a no ser que te cierres en tu empeño o vivas solo. En mi casa de Los Claveles a pesar que tengo hijos ingenieros y libros de obras de famosos autores de literatura nadie tenia el oficio de interpretar lo que el alma reclama . En esta casa donde estoy actualmente, igual , más bien, soterradamente, me sugieren  que visite  un psicólogo o psiquiatra : Yo lo hago –me   dice mi hermana- y no quiere decir que estoy loca, ¿porque no puedes ir?

 Se molestan cuando estoy  encerrado en mi cuarto  y no comparto oír su vano ego o acudir a su  eterna y mediocre confraternidad pueblerina.

Sin duda,  el oficio de escribir es  ser incomprendido.

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