El fin de los días felices se inició el 26 de septiembre del 2006. Isabel, de 38 años, acudió al hospital regional de Es Salud, Huancayo, con un cólico intenso que la obligó a ingresar por emergencia. Dos meses antes, una ecografía particular le reveló que tenía un tumor en el estómago.
De inmediato los cirujanos le programaron una limpieza
quirúrgica que terminó con la extracción
de una muestra para el análisis.. el patólogo dijo que el tumor era benigno y que solo
requería una simple operación.
Es un tumor flotante, corto acá y corto acá y ¡listo!,
dijo el cirujano.
En la segunda operación Isabel pasó 8 hora en el
quirófano: le habían dañado la arteria que irriga el intestino delgado, y en
nuevas operaciones le seccionaron las partes necrosadas. En menos de un mes le habían
practicado cinco operaciones. En octubre un médico dijo a sus familiares que le quedaban dos días de vida.
Su familia le ayudaba con la alimentación intravenosa.
A consecuencia de las intervenciones Isabel drenaba bilis. No querían los
médicos derivarla a Lima, solo fue posible ante la intervención del hermano de
Isabel que era abogado y trajo un fiscal y fue, al fin, derivada al Hospital
Rebagliatti de Lima.
Pasaba el tiempo,
la mujer desahuciada había
vencido los pronósticos de los médicos: seguía viva. Le pusieron un catéter
venoso central (por el pecho) para nutrirla a través de la vena porque había llegado a
bajar 35 kilos.
Un día, un médico de otra unidad se interesó en su caso.
Se llamaba Mario Ferrería Mujica. Al analizar la historia clínica le lanzó la
idea de colocarle un tubo quirúrgico a manera de intestino para que pudiera
alimentarse de jugos de por vida. Isabel y su familia aceptaron.
Cuando el médico revisó el sistema digestivo de Isabel
no tuvo que usar el tubo quirúrgico: halló 50 centímetro de intestino (lo
normal es seis metros) y realizó una conexión directa con el colon. ¡Era un
milagro! Luego de algunas semanas de recuperación Isabel pudo comer mazamorra y
comida blanda y podía caminar despacio.
En abril de 2007 volvió a Huancayo. Durante los 3 años
siguientes viajó cada semana a Lima a recibir
la nutrición que se inoculaba a través de un catéter venoso central (por el
pecho).
Pero una trombosis (coagulo en la vena que impide la
circulación) la obligó a tomar
anticoagulante y eso hizo que perdiera la audición del oído derecho. Desde el 2011 para evitar
complicación Isabel usa la nutrición enteral
(vía nasal), le fastidia el estómago, se llena de gases, hay dolor en la espalda
pero sigue viva.
Pese que su cuerpo es cadavérico de la cintura para
abajo prepara el desayuno para su hija de 10 años… En sus ratos libres teje
chalinas que vende a sus ex colegas (Isabel se graduó de obstetricia)
Dice a modo de consuelo:
Yo no pienso en que mañana me va doler, por que todos
los días me duele, yo solo pienso en que al día siguiente seguiré viva, gracias a dios.
Del semanario
Hildebrandt en sus trece nro. 195
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