domingo, 21 de septiembre de 2014

¿Qué es la mujer?

¿Qué es la mujer? Qué es el amor? Refregué mi vida querer saber sin conócerlo. Ayer nomas mientras  mis pasos  caminaban y se cansaban sin rumbo  se  detuvieron en un  feria al costado del Parque de La Exposicion  por la música  que, de  dentro emanaba.  Fui un curioso más de los  que espectaban  un escenario semicircular bajo el nivel del piso. En el tablado  tres muchachas  casi desnudas bailaban una danza  típica  de la selva peruana. Alrededor,  pequeños stands que venden miel de abeja en potes, orfebrería, cuadros repujados de procedencia andina,  pero más había puestos de comida típica, chicharronería, chicha de jora…

 Las bailarinas y la música era un jale para llamar al gentío. Noté  un espacio en las gradas de cemento donde me senté en una posición inmejorable para estar cerca de las lindas muchachitas. El animador aseguraba que eran nativas de un caserío cerca de Pucallpa pero no, para mi, eran limeñas vestidas a la usanza  tribal: una mantilla pequeñita debajo del omblligo, una faja angosta a manera de chumbe y atado a las corvas encima de las pantorillas muchas cuentas de chaquira.
Lima se ha convertido con la expansión urbanística en  proliferación de complejos centros comerciales, tiendas por departamentos, maills, boulevard y éstos tienen  la consigna de atraer público a sus recintos para lo cual hay una competencia manifiesta en quién puede mostrar mejores  bailarinas, cantantes, showmans y atractivos diversos.  

Y esta modalidad lo han copiado los mercados,  restaurantes, ferias pequeñas y cualquier chingana de Lima donde pululan bailarinas de toda calaña  sin  patrocinio, sin  resguardo de ninguna  entidad publica o privada que están sujetos a abusos de  seudo empresarios como la presente feria donde las muchachas después de actuar se proveen de un bolsa y recorren las gradas afinando su sensualidad pidiendo una colaboración monetaria al público que, estando tan cerca de la saltarina joven sienten  cerca su mejilla encendida, gotitas orlar sus sienes, su seno pletórico de juventud  y  su pálpito, aun, por la fatiga de la danza reciente.
No seria extraño comprobar que  los organizadores de la feria no le pagan, solo le dan la oportunidad de bailar en el tablado y que ellas se agencien con las propinas.
Es imposible retraerse a su dulce demanda estando tan cerca de ellas. Observé en  varios asistentes casi la besuqueaban  proponiéndoles, seguramente,  cosas repulsivas  que ellas, acostumbradas   a oír, solo se reían.

Haciendo estas observaciones oigo una  voz de mujer –por la voz , madura- al costado que me dice, ¿Usted viene por primera vez aquí?  Yo impertérrito  no di la vuelta pero  seguí la conversación no dejando de mirar el escenario donde , en el ínterin, se presentaba un payaso fungiendo de mago.
¿Acaso usted viene de provincia?, insistió la voz. Muy cerca está la empresa transportes Civa.
 - No, le dije. Ahora sí la vi, era una treintona, ni fea ni bonita, tenía regular cuerpo aunque  su faz escondía, me parece, una vida lacerada de necesidad o de alguna trama siniestra entre manos, no razoné más porque  agregué:
-Hice un trámite  por aquí cerca  y al pasar y oír la música  recalé aquí para ver un rato  las lindas chicas.
-Ellas son pucallpeñas, aclaró. 
-No, que va, la contrarié, son de acá , fingen ser de allá.
-No,  son de Pucallpa, yo las conozco, son mis amigas y si quieres…

No dejé que terminara la proposición, aduje que estaba apurado y  me despedí.
Soy una persona mayor, me fui de la feria  pensando (no sin dar  vuelta de vez en cuando por si me seguían) ¿Qué puede querer de mí una mujer  joven? Robar. Siendo ella  señuelo, o en todo caso una infeliz que  regala  caricias, directa ella misma, o por su merced implicar  a una bailarina del tabladillo , a cambio de  dinero. Yo ya no estoy para eso. Además no tengo dinero. Si es ésta  fulana un par de libras pero si seria con la linda danzante no bajaría de cien.

Pero ¿si tuviera dinero pensaría igual? Me quedo pensando un rato y no muy convencido reitero,  si.
Pero lo que estoy seguro que esta sociedad, este gobierno se olvida de la juventud que debe ser  el renuevo del país. Las  mujeres jóvenes a falta de trabajo formal, estable y siquiera medianamente remunerado se inclina prodigar sus mejores años   en bailar, modelar caratulas, volantear afiches, meseras por  paga miserable y en algún momento se casaran , tal vez, con uno de ese entorno.

Pregunto ¿cuál es el valor moral que cultivan en su juventud para prodigar a su nueva   familia donde involucraría a los hijos si no es solamente modelar o bailar?

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