miércoles, 24 de septiembre de 2014

Homilía

Tendría ocho años, mas o menos,
Exactamente no sabía qué pasaba
Pero sí que mamá estaba pariendo
y la asistían del parto en la casa provinviana.
Me dejaron fuera del inmueble
En la calle pedregosa , soleada , de aquel medio día.
La Tía Chole me había conminado  no entrar
Ella, doña Feona y otras señoras más   ayudaban
Y yo no podía visualizar el fondo del corredor
Donde teníamos un único cuarto nosotros.
Ladeaba mi cabeza sin mover los pies
Entre cejudo  asomaba  por saber algo más,
Al fondo del oscuro callejón, pero nada sabía.

¡Por fin! tía Chole salió secándose las manos y dijo:
¡Ve y dile a tu papá las buenas nuevas! ¡Ha tenido otro hijo varón!
Y esa noticia despertó en mi tal alborozo
Como nunca hasta entonces  había recibido
Tomé vuelo y corrí por las calles empedradas
Feliz, feliz hasta la plaza, gritando a todo el mundo:
¡Nació mi hermanito… nació mi hermanito!
Papá atendía en un puesto del mercado  de la   plaza
Y al darle la noticia los presentes le desearon parabienes
Y yo, feliz volaba, ahora, a buscar a mis amigos
Les diría: Ya no serán los únicos que tienen hermanos
Yo también tengo el mío y de ello me siento orgulloso.
Y, recuerdo,  no cabía en felicidad…


¡Señor!, hemos pasados  años felices
Pero ¿por qué te lo llevaste?
...

(Discurso fúnebre oído en el cementerio, que no pudo culminar)

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