Al llegar al cementerio, el cochero y el enterrado se
niegan acabar la fosa . Jorge Malabia se
pone manos a la obra. Luego, el muchacho confesará la historia del chivato,
único ser querido de la difunta, y sobre todo el relato de Rita, a quién
conoció en la entrada de una estación de
Buenos Aires, timando a los viajeros con
la historia del retorno a casa y acompañada
del chivo, aun joven, además, se
prostituía por la felicidad de animal.
Del libro Para
un tumba sin nombre (1959) del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti.
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