jueves, 18 de septiembre de 2014

Adolescencia

Dicen, la adolescencia es  edad de la alegría,
de la melancolía súbita e inexplicable.
Pues tiendo a reconocer, hasta fines de los catorce
no tuve expresión preocupada, mohina ni melancólica
ni encasillaba  tema triste y menos la anidaba.
No sabía sobre división de clases
Ni  para  qué son las ciencias sociales.
Transcurría en una nebulosa de salir a jugar
 bolas,  trompo,  fútbol, en ese orden.
Vivía en callejuelas ófricas de un cerro, a pesar,
y mis amigos jugaban con zapatos deslenguados;
 rebozaba la miseria por todas partes y no lo veía.
No me solidarizaba con ellos porque yo era uno más
Pensaba que todo era así por una ley inquebrantable

Cansado de jugar  con la barriga bullendo de hambre
sabía que en mi  casa podía faltar todo menos comida.
Me esperaba un frejol con arroz y su cojinova frita.
Una mazamorra de leche – la cena- con clavo y canela
y plácido dormía sin sueño malo hasta el otro día .

Hasta que una mañana despertó mi conciencia…

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