sábado, 6 de septiembre de 2014

El billete de diez

Estaba sentado en el  bus que  iba medio vacío, compañero de asiento: un niño de seis años que jugaba con un billete de diez soles. ¿Con quién viajas? , pregunté. Señaló a su tío que cabeceaba al costado…
Cuando el tío despierta  lo llama  para bajar. Y olvidó el niño el billete de diez.
Y como  tenía hambre no le pasé la voz y me lo guardé.
Bajé dos paraderos más, esquina  Parinacochas y Unanue.  Domingo por la mañana, las calles estaban vacías. Papeles y bolsas de celofán volaban a su capricho
Intranquilo por mi mal proceder estaba yo pero tenía hambre.
De pronto dos hombres de mal aspecto me cuadran
Se me abalanzan para robarme;  cosa curiosa en mi sueño, un hombre se pone de espalda contra la mía, enlaza sus brazos a los míos y me levanta como  si fuera un ejercicio de educación física.
Al volantearme  me sacude y así  vacía mis bolsillos: caen  reales , llaves,  el billete de diez, el USB.
Los hampones decepcionados –hay varios más al frente, en la otra vereda- desprecian la faena y el jefe ordena  me dejen, y el balancín humano me bota como saco de papas al piso.
Me repongo, voy recogiendo mis monedas. En eso veo al mismo niño observar mi desventura.
Entonces,  otra vez  vienen por mi,   corro sin saber dónde, temo se hayan enterado el billete de diez birlado al niño y me den por ello  escarmiento,  me  alcanzan, pero me dejan  atrás  y se abalanzan sobre otro transeunte.
Despierto sudando frío.

 

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