martes, 23 de septiembre de 2014

El teléfono fijo es mi enemigo (por Renato Cisneros)


 El teléfono fijo es mi enemigo. El único anexo que tengo en mi departamento está ubicado en el velador del dormitorio, a exactos  treinta pasos del escritorio, que es donde paso el noventa por ciento del tiempo.  Un solo timbrazo basta para congelar automáticamente mi concentración  Es cierto: podría dejar el auricular descolgado o ponerme audífonos y, listo, zanjaría el inconveniente. Pero no es tan sencillo. Una poderosa razón me impide hacerlo: mi madre. Ella vive con el celular sin saldo o sin batería , y como en su casa tiene internet restringido solo se comunica con el mundo a través de su teléfono fijo. Si tiene alguna emergencia, me llamaría por ahí.

Es por mi madre que soporto, ya no solo el calvario de los intempestivos timbrazos que destruyen mis nervios, sino el tipo de llamadas que recibo. Si antes padecía el hostigamiento de una multitud de operadores de entidades comerciales y financieras –que dejaron de jorobarme el día que me quejé públicamente de sus impertinencias - ahora sufro  la tortura de un fenómeno aun más agresivo y perturbador: las llamadas equivocadas. Si ya es injusto que el ruido del teléfono arruine la que posiblemente sea mi única ráfaga de inspiración del día, o me saque de la lectura de una novela, resulte patético volar hasta el bendito anexo -treinta pasos- para levantar el auricular y darme con la amarga sorpresa de que pregunta por otro: vivo solo y siempre preguntan por otro.

No se si mi número tiene una combinación de dígitos demasiado típica, o si hay una bola de ociosos que el barrio se ponen  de acuerdo para sacarme del quicio. Lo concreto es que desde hace meses  –cuatro, cinco, siete- llaman a mi casa por rarísimos destinatarios: ¿Aló Inkafarma? ¿Aló, estudio de la doctora Judith? ¿Aló,  bodega Rayito de sol? ¿Aló con el restaurante El norteño? ¿Aló Funeraria Ángeles de dios?¿Aló, Soluciones Sanitarias Don Betia? Las voces pueden variar -anciano , jóvenes, hombres, mujeres- pero siempre preguntan por los mismos locales y negocios, como si todos compartiéramos un único teléfono, como si viviésemos metido en una sola quinta ...

Un día intenté que me asignaran otra línea pero fue inútil. Cuando llevaba ventincinco  minutos tratando  de convencer  a una  señorita de que no era dueño de ninguna farmacia, ni bodega, ni restaurante , ni gasfitería ni funeraria ni era la doctora Judit, colgué enojado, dispuesto a mantener mi número por problemático que este fuera y a conjurar la maldicientes  llamadas equivocadas a mi manera. Pues , bien, señores, he descubierto esa manera.

¿Aló Funeraria Ángeles de dios?. Me preguntó la otra mañana una mujer que no de dejaba de sollozar. Esta vez, en lugar de mandar a la porra, resolví escuchar con paciencia y atender sus requerimientos. Al cabo de unos minutos ya le había vendido un atractivo paquete de sepelio vip, que incluía un velatorio con calefacción y generosos ambientes, tres coronas de claveles, dos lágrimas de orquideas, cuatro cirios, un ataúd de cedro estilo veneciano y servicio de cremación premiun. Además , le dije, este mes estamos de aniversario, así que el obituario, el café y la carroza fúnebre le salen completamente gratis, usted solo asegúrese de que el muertito esté bien vestidito. Concluí, nosotros nos encargamos de todo lo demás.

 Renato Cisneros

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario