Tanto llevar mis libros de aquí para allá, de allá para acá
Pagar taxi por cuantiosas cajas de embalajeDesempolvarlas con tanto afán una y otra vez
Las tapas de los libros desprendidas pegarlas...
Cuando no esté, cuando nadie las vea, qué será de ellas.
La semana siguiente, cuando falte
dinero para el pan
doña Desajinadora, mi mujer, sin duda, mis libroslos venderá, al peso, a regatones librovejeros;
como vendió mis casacas de cuero, mis elepés de vinilo,
mi llave inglesa, la terma y la cocina eléctrica
que no usábamos por el alto costo de energía .
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