jueves, 11 de septiembre de 2014

Doña Desajinadora


Tanto llevar mis libros de aquí para allá, de allá para acá
Pagar taxi por cuantiosas cajas de embalaje
Desempolvarlas con tanto afán  una y otra vez
Las tapas de los libros desprendidas pegarlas...
Cuando no esté, cuando nadie las vea, qué será de ellas.

La semana siguiente, cuando falte  dinero para el pan
doña Desajinadora, mi mujer, sin duda, mis libros
los venderá, al peso, a regatones librovejeros;  
como vendió mis casacas de cuero, mis elepés de vinilo,
mi llave inglesa, la terma y la cocina eléctrica
que no usábamos por el alto costo de energía .

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