Todo normal
cuando fui esa mañana de setiembre a saber cómo había despertado mi grávida
mujer. En los hospitales públicos de este país no es como en las clínicas que
te invitan, incluso, al quirófano premunido de mandil, mascarilla y porta zapato.
A mi me mandaron a casa, incluso la noche anterior en que estaba
programado dar a luz m diciéndome que no me preocupara y que todo iba ir bien.
Era mi cuarto hijo, en fin , cuando los números avanzan disminuye nuestro entrega por quedarnos una
noche entera de vigilia. Volví al día siguiente. Además tenía que cuidar los otros.
Llegué temprano a la cama de la sala. Vi a mi mujer, plácidamente
dormida. Había pasado lo difícil Dormía, seguramente la noche había sido
trabajosa. A su lado derecho sobre una cuneta de metal, acolchada, una criatura también dormía, era la primera vez que nos enfrentábamos, le miré detenidamente, aun no sabia si era hombre o mujer. Mi mujer seguía durmiendo. Por el chaleco entreabierto vi en su pechina , adherido a él , una cuadricula adhesiva donde figuraba escrito a lapicero los datos ,arriba, señalados, y de sexo la letra H, que me decía que había un hombre más en mi casa, de suerte que, lo primero que pensé, mi apellido paterno se prolongaría, tal vez varias décadas más , ido yo; no lo niego, me alegré , además, en mi libreta tenía los nombres escogidos para varón.
Estaba previsto porque la barriga de mi mujer en los últimos meses estaba en punta, hacia delante, y nuestras vecinas decían que iba ser hombre. (Además, estando en su preñez si le miraba por atrás no parecía llevar embarazo alguno, incluso, conservaba mi mujer el quiebre de su cintura)
En eso se despertó mi mujer, me sonrió contenta y yo super feliz porque me regalaba esa misma sonrisa que expresaba su alegría misma que daba después de tener cada hijo, dicho de paso, corroboré lo que dicen los libros : es más hermosa la mujer después del parto.
Lo primero que me dijo fue ¿Te fijaste?
- Si, le dije, es un hombre y valiente.
-¿Hombre? ¡Nooo, es mujer!¿ No le has abierto el pañal?
Volví a ver la rubrica en la cinta adhesiva y esta vez no era H sino una M con el caído vértice que más parecía un travesaño.
Hoy, la voy a ver a mi hija, señorita ella, hermosa, es su cumpleaños y la historia de esta letra no quiero mencionarla, no vaya a pensar que no la haya querido.
Ella es un ángel en un poliedro de mosaicos en una ventana de la Iglesia Mayor.
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