César se comportaba como un primo solícito que no dejaba de llamarla por teléfono cada cierto tiempo, solamente para saludarla (aunque ella no tenía, creía él, ni siquiera guardado su número de teléfono).
-¡Hola Ennia, cómo estás!
-¡Bien, que tal!, ¿qué me cuentas?
-Todo bien sin novedad…
Conversaron varios minutos esperando César un
intersticio pero Ennia solo mostraba indolencia y frialdad. Entonces, repentinamente,
de lo que estaba bien la línea oye al
otro lado que alguien interrumpe la conversación
a Ennia con alguna mala noticia porque
se silencia un momento y luego Ennia, súbitamente,
cambia su estado emocional -César oye
todo por el teléfono- y se pone a gritar y llorar y después de largos segundos antes de cortar la línea grita Ennia: ¡Mi
papá ha muerto, mi papá ha muerto!...
César, sorprendido y afligido, esperó un momento para que Ennia
pudiera, en algo, recuperarse y confirmar la noticia y marcó la tecla
RELLAMAR y se comunicó de nuevo con Ennia .-¿Qué pasó Ennia? Preguntó César simulando que no había escuchado bien.
-¿De qué hablas? No entiendo, respondió displicente Ennia, y por la voz le notaba sosegada y tranquila.
-Te llamé hace un momento, aclara César, y te pusiste de improviso a llorar...
-¡No, qué va! ¿De que voy a llorar? Tú cortaste el teléfono y me puse a seguir planchando mi ropa, nadie se acercó al teléfono, y tanteó: ¿Habrás llamado a otra persona en el segundo intento?
Con la duda en la punta de la mente y los labios solo le quedó a César aceptar diciendo: Seguramente así ha sido; y conversaron unos minutos más y a través del hilo pudo comprobar la tranquilidad de Ennia en su voz. Y se despidieron.
Pero César se quedó pensativo. No había marcado dos números diferentes entre la primera y la segunda llamada Era el mismo número, solo que en el segundo intento presionó la tecla RELLAMAR. Aun así, la cosa quedó ahí, sin explicación ¿Quién se la iba ha dar?
¿Te acuerdas la última llamada que tuvimos?, justo, un día después mi papá falleció.
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