Aquel hombre había triunfado en un país extranjero. joven
había llevado a su mujer y sus tres hijos pequeños al país extranjero, y,
ahora, viejo, volvía a su terruño, de vacaciones con sus hijos, con sus nietos,
hasta bisnietos, todos en una couster especial.
A poco de llegar a su tierra mirando desde la ventana
las quebradas, los valles donde niño pastaba sus cabras, por la dulce emoción muere de un ataque al corazón en
el asiento de copiloto del carro
engarzado a la correa de seguridad.
Tras la agitación, desconcierto y la inútil
reanimación al anciano es llevado el cadáver
por unos familiares en una ambulancia a un nosocomio cercano para los rigores
del caso.
Otros se quedan en el couster al cuidado de los niños.Un niño, apeado del carro pregunta a un tío:
-¿Qué ha pasado con el abuelo?
-Ha partido
-¿A dónde?
El tío mira a su sobrino de aproximadamente cinco
años y sopesa si la respuesta la va ha comprender.
Lo lleva a un pequeño riachuelo cerca de allí, se
sientan sobre unas piedras cerca al arroyo, se encoge el tío para coger un poco de agua en la palma de la mano y le
empieza a decir al niño la siguiente alegoría:
-El abuelo está aquí –le señala el poco de agua- no ha partido, permanece aquí, por ejemplo, en el recorrido del agua.
Señalando el cauce le dice: Se irá tras un recorrido (la vida) al mar y luego por la incandescencia del sol (la muerte empieza por una especie de calor que se asemeja a la fiebre) se evaporará y formará nubes que después descargará la lluvia y formará picos, nevados y, luego, éstos se deshelaran, y volverá formando de nuevo un riachuelo que irá, de nuevo al mar para renovar el ciclo.
-¿Entiendes dónde está tu abuelo?
Responde el niño:
-Si, se ha evaporado.
(Pasaje de la película alemana Almanya de Yasemin
Sandereli)
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