sábado, 23 de agosto de 2014

Resquemor

El  hermano de Orfelino adquirió otra tienda. Aparte de la noticia que le dio, le rogó: ¡Búscame un nombre comercial para estrenarlo a comienzo del mes siguiente!

Se cumplió el mes y pronto volvería a  Orfelino por el encargo pero a éste no se le ocurría nada.
Mejor dicho, me contaba,  celoso:  No   quiero ni esforzarme en buscar  un nombre comercial . ¿Por qué? le pregunté tratando que se auscultase a sí mismo, y la mala vibra  le saltaba por los poros por lo que no fue difícil que desembuchara  :

¡Mira! Para la primera tienda que mi hermano  tuvo   fui quién se lo consiguió, era,yo, el mayor, tenía mi puesto  de trabajo y quise ayudarlo porque no hacía nada por la vida. Le conseguí la tienda, le habilité con mi peculio  y se lo di en bandeja de  plata para que él lo administrara. Y con los años, llegó a prosperar tanto que quedé yo relegado en mí mismo puesto de trabajo.
Habíamos terminado de almorzar en la fonda del costado y habíamos pedido un par de negritas heladas para bajar la sed, hablaba su lado oscuro que le mordía el alma:  ¡No he recibido nada a cambio! Ahora viene a estrenar otra tienda y quiere que le apadrine  ¡Al diablo! ¡Que se vaya a freír monos!
Con guasa intervine para solidarizarme mientras  servía un vaso más de cerveza, y dije: ¡que le ponga como membrete a su nueva tienda  El Ingrato SA ¿No te parece?
Y el hermano herido  río malevolamente y desembuchó una coladera de denuestos.

 

 

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