Se cumplió el
mes y pronto volvería a Orfelino
por el encargo pero a éste no se le ocurría nada.
Mejor dicho, me contaba, celoso: No
quiero ni esforzarme en buscar un nombre comercial . ¿Por qué? le pregunté
tratando que se auscultase a sí mismo, y la mala vibra le saltaba por los
poros por lo que no fue difícil que desembuchara :
¡Mira! Para la primera tienda que mi hermano tuvo fui
quién se lo consiguió, era,yo, el mayor, tenía mi puesto de trabajo y quise ayudarlo porque no hacía nada por la vida. Le conseguí la tienda, le habilité con mi
peculio y se lo di en bandeja de plata para que él lo administrara. Y con los años, llegó a
prosperar tanto que quedé yo relegado en mí mismo puesto de trabajo.
Habíamos terminado de almorzar en la fonda del costado y habíamos pedido un par de negritas heladas para bajar la sed, hablaba
su lado oscuro que le mordía el alma: ¡No he recibido nada a cambio! Ahora
viene a estrenar otra tienda y quiere que le apadrine ¡Al diablo! ¡Que se vaya a freír monos!
Con guasa intervine para solidarizarme mientras servía un vaso más de cerveza, y dije: ¡que
le ponga como membrete a su nueva tienda
El Ingrato SA ¿No te parece?Y el hermano herido río malevolamente y desembuchó una coladera de denuestos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario