martes, 26 de agosto de 2014

Rayos X

Aquella joven señora se había echado a todo su largo sobre la mesa de la sala de Rayos X. De costado, le dijo el radiólogo, y la doña, joven repito, se reacomodó  para cambiar de posición (ese  solo cambio   estando echada   empezó a lubricar mis ojos,  a enervar  el cuerpo inferior. Veía desde una exigua ventanita en el centro de un biombo adonde me había mandado el radiólogo que esperara porque mi atención era más complicada)
Ahora cambie hacia el otro lado, dijo el radiólogo y la doña, otra ves,  aculebraba su hermoso cuerpo ajustado a un pantalón jean lila enseñándome su nalgas ¡qué derrier! Así se pondrá obediente en la alcoba nupcial al fogoso marido, pensaba
El especialista  corría el radiómetro por una polea  a mediana altura que se sujetaba  a una  garrucha  pegada al techo y enfocaba el visor sobre sus casi desnudos hombros. La joven señora le contaba al impasible  profesional cómo había sido su caída.
Otra  vez encuadrada, decúbito ventral, le pedía que no se moviera y el especialista iba  a un comportamiento interior donde previa verificación  en el computador  presionaba las teclas respectivas para  plasmar  la placa.
¡Qué amplias sus caderas! Un tobogán que rielaba  por una ensenada y bajaba sinuosamente hasta su breve cintura Y su espalda, ¡qué bien formada!   Todo veía por la estrecha ventanita que coincidía al nivel de mis ojos. Ella no sabia que estaba ahí Había, yo, ingresado primero a la sala y el doctor en vez de regresarme al corredor donde había infernal gentío (hospital público) me dijo que esperara tres la mampara.
Los rayo X no perceptible a simple vista  atravesaba sobre los cuerpos opacos de la doña, la mía no atravesaba,  se quedaba en su esplendorosa  cadera y trataba  guardar en mi retina -como quien guarda su merienda-  largos minutos de ensueño para que me durara un buen rato y sentirme a su lado, ahora, ella desnuda, regalándome  esos sensuales  movimientos .

¡Es que hace tiempo  no la veo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario