Aquel hijo es reprendido por su madre, motivo, haber robado sus pendientes y reloj de oro,
sus collares, venderlos y, así, poder salir con su enamorada quién
también esté presente en la alcoba recibiendo los regaños de la acalorada madre.
A pesar de ser cierto lo niega él, dice: ¡cómo voy hacer una cosa así..!
La madre se cansa de lanzar
maldiciones e imprecaciones y se
sienta en el borde de la cama y empieza
a llorar su triste suerte con su hijo porque no es la primera vez que ello
sucede, entonces, el joven se le acerca como si estuviera condolido por el llanto de
la madre.
Le meza los cabellos, la acaricia, impregna
en sus dedos lágrimas que ruedan
por la mejilla de su madre y con voz sentida le dice: Perdóname, perdóname…
La madre se deja acariciar, pensando en la sana enmienda de su hijo.
Cuando la tiene en sus manos,
desprotegida, el mal hijo con una repentina fuerza bárbara aprisiona el cuello de su madre larguísimos segundos, y, aun
mas, la descoyunta y la mata.
Luego, con su enamorada (18) la meten a la maletera de un auto para llevarlo y botarlo en un descampado por
la carretera que va a Cieneguilla.
En el camino, en un grifo, el joven con su enamorada planean, además, quemarla para que no la reconozcan. En un grifo se baja el joven para comprar un bidón de petróleo, pero la muchacha le llama y le dice: ¡Petróleo no, compra gasolina, es más rápido!
Llegado al lugar la botan y la queman.
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