Casi al acabar el partido cuando estamos a punto de tirar la toalla el árbitro nos regala un penal a nuestro favor pero, ese tanto, es insuficiente para remontar por el tiempo exiguo que queda y la desmoralización que nos sobra .No nos levanta.
En mi redoma de hiel trataba averiguar cuál es el punto a comparar, y hay muchos, por ejemplo: El nacimiento de mi último hijo a mis cincuenta años. Era la oportunidad que me daba la vida para ser un padre diferente que no hube prodigado a mis hijos mayores: la aventura de salir juntos, por ejemplo, pero esa presión de la obligación, esa tácita ley de mantener bolsillos cocidos por no gastar un centavo de más, ese entretejido de melancolía perenne que me arrinconaba a mi taburete siguió perenne el resto de mis años.
Ahora, este último hijo tiene quince años y veo en sus ojos esa cólera que me guarda como sus hermanos mayores y me tuerce sus labios con las guías hacia abajo queriendo decir lo que siente pero aún no sabe expresarse , solo se enfada y resuella respingos como un potrillo.
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