viernes, 1 de agosto de 2014

Hubiese…


Cuando tuve una corta bonanza en mi tienda donde el dinero ingresaba por fardos –exagero ¡claro!- me hubiese dedicado , aparte de llevar mi negocio, en  comprar inmuebles como casonas viejas a precio de terreno  en zonas del centro de Lima en zonas donde recién se estaba   empezando a agrupar por rubros de comercio, o servicio, la ciudad.
Por ejemplo, en  calles transversales al jirón Washington (lo digo porque estudié, por ahí, en el Ateneo Matemático para prepararme a la universidad, y veía letreros de venta de casas contiguas)  Y, luego, me entretengo en delirar,  alquilaría los locales a empresarios en el rubro de educación u otros oficios similares que hoy abundan por ese lugar.

También, por el jirón Ayacucho o Andahuaylas donde hoy por pequeños stands  pagan altos alquileres.
O, por el jirón Ica donde el negocio es alquilar para consultorios oftalmológicos o talleres  de lentes a la medida.

O, haber comprado inmuebles en  inmediaciones de cualquier hospital público donde alquilar para boticas. O, en  inmediaciones de cualquier universidad para alquilar como fotocopiadoras, librería o cabinas de internet.
Hoy, estaría viviendo de mis rentas como es usual decir a los mayores.

Por un corto periodo de tiempo me llegaba el dinero a montones que no podía terminar de contarlo en el día.
Estoy hablando de los años 78 al 85. Pero no lo hice, Los terrenos estaban baratos. O no tan baratos pero comprometerse en pagar a plazos y con la inflación que sucedió en el primer gobierno de Alan García era para aprovecharlo. Ahora han  subido estratosféricamente

Podía haber usado -me entretengo en delirar- el canal bancario que me rogaban para  prestarme dinero pero no lo hice porque me bastaba usar mi propio dinero o el crédito en mercadería  de mis proveedores.

Pensaba, tontamente, que iba a ser bueno el negocio siempre.
Ahora me hago el loco para no pagar el pasaje en el micro y me sirva ese par de soles para tomar un café.

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