Cinco de la mañana, por tercera vez salgo temprano para conseguir una
cita para Terapia Física para mi madre que sufre de un dolor insoportable en la
pierna , ella está asegurada a ESSALUD. 5 y 30 a.m., estoy en el Hospital Grau
II y ya hay como veinticinco personas en
la sala de espera, casi todos, para solicitar una cita de Terapia Física.
El hall amplio del primer piso, un edificio de siete, hay como doce
ventanillas pero ninguno atiende, lo harán a partir de las siete y treinta para otorgar citas diferidas (¡sabe dios para
cuando!) para las diferentes especialidades pero el de terapia y ginecología son
las más requeridas.
No están prendidas todas las luces,
solo algunas, las pisadas que resuenan casi corriendo por las personas que
llegan aunado al friecito de aire que entra por la puerta grande hace sombrío
el ambiente.
Hay tres cuerpos de asientos bien separados a razón de cuatro filas de
cinco asientos cada módulo lo que
resulta que se llena rápido el destinado a terapia física y los que llegan después por no estar parados, entres varias personas, juntan
los otros módulos movibles dando la apariencia de uno solo y compacto.
Parece mentira, pero pronto se
llena todo y siguen llegando más
personas que no tienen más opción que formar fila india, a partir de la última
butaca.
Un poco más de las seis llega un empleado del servicio de limpieza y al ver los módulos pegados se molesta y dice ¿porqué hacen eso?
, cada módulo debe estar separado y conmina a todos levantarse excepto los del módulo
original donde estoy, y formar una cola
después de la última butaca. Se arma un desbarajuste, al levantarse la gente y formar la cola; por ganar dejan atrás a las
personas discapacitadas o a las que
renguean no importándoles solo ser los primeros.
-¿Por qué no se levantan en orden? protesta el empleado
-¡Tú eres el que ha originado todo esto!, responde una voz.
-¡Es que no deben mover los módulos!
-¡Es que debes darte cuenta, imbécil, dice una voz iracunda, que un solo módulo no alcanza para tanta gente de Terapia física donde hay persona con discapacidad que llegan tarde y no pueden estar parados!
-Eso no es mi problema si quieren más asiento reclamen en la gerencia del séptimo piso, arguye el empleado.
-¡Pero mira lo que ha hecho, un desorden, dice otro.
El empleado ya no escucha solo
murmura: ¡Por eso que estamos así…!
-¡Anda tu!, responde otro que le ha escuchado, ponte a barrer no más y no
te metas en lo que no te concierne.
La gente esta caldeada, debe ser porque, como yo, han venido con anterioridad
un par de veces y no han conseguido una cita. Solo dan a las primeras treinta
personas.
Nadie se ha dado cuenta que una señora
que ha madrugado y se había sentado en un módulo de los que habían
juntado se había quedado dormida
seguramente por haber madrugado y no
haber completado su sueño, y se había despertado con la bulla y el desorden.
Nadie le ha pasado la voz, a nadie le importa, lo único que les importa
es ser los primeros.
La señora ha replanado hasta atrás y ve la cola que llega hasta la puerta del hospital y presume que otra vez no va alcanzar el cupo, entonces regresa, trata de colarse adelante donde es rechazada. La cola está atrás, le dicen .
-¡Pero yo he venido temprano, responde, sino que me he quedado dormida en
el asiento!
-¿Atrás de quién has estado?, le preguntan y la doña, confundida porque
se han levantado a la loca, no atina o no se acuerda, y la gente le dan por
viva y le exigen que se vaya a la cola, la señora se desespera…
Alguien dice:
-¡Si, yo la he visto temprano!
-¡Cállese señor!, le responde furiosa la gente.
Y el vigilante no sabe qué hacer y
la señora repite una y otra vez:¡No me pueden hacer esto, yo vine temprano, yo vine temprano…!
Yo no tengo problemas, estoy adelante, quisiera darle mi sitio pero la cita necesita cuanto antes mi mamá, si seria para mí la consulta le daría mi sitio, digo sin creerme mucho.
La señora ,ahora, se consuela un
poco cuando le dice el vigilante a baja voz
que cuando las señoritas empiecen
atender en las ventanillas le va conseguir un ticket.
Y la señora ya no llora pero se queda hipando como una niña.
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