domingo, 10 de agosto de 2014

Haciendo cola por un ticket


Cinco de la mañana, por tercera vez salgo temprano para conseguir una cita para Terapia Física para mi madre que sufre de un dolor insoportable en la pierna , ella está asegurada a ESSALUD. 5 y 30 a.m., estoy en el Hospital Grau II y ya hay como veinticinco personas  en la sala de espera, casi todos, para solicitar una cita de Terapia Física.

El hall amplio del primer piso, un edificio de siete, hay como doce ventanillas pero ninguno atiende, lo harán a partir de las siete y treinta para  otorgar citas diferidas (¡sabe dios para cuando!) para las diferentes especialidades pero el de terapia y ginecología son las más requeridas.

No están prendidas todas las luces, solo algunas, las pisadas que resuenan casi corriendo por las personas que llegan aunado al friecito de aire que entra por la puerta grande hace sombrío el ambiente.

Hay tres  cuerpos de asientos  bien separados a razón de cuatro filas de cinco asientos cada módulo lo que resulta que se llena rápido el destinado a terapia física y los que llegan después  por no estar parados, entres varias personas, juntan los otros módulos movibles dando la apariencia de uno solo y compacto.

Parece mentira, pero pronto se llena todo y siguen llegando más  personas que no tienen más   opción que formar fila india, a partir de la última butaca.

Un poco más de las seis llega un empleado del servicio de limpieza  y al ver los módulos  pegados se molesta y dice ¿porqué hacen eso? , cada módulo debe estar separado y conmina a todos levantarse excepto los del módulo original donde estoy,  y formar una cola después de la última butaca. Se arma un desbarajuste, al levantarse la gente  y formar la cola; por ganar dejan atrás a las personas discapacitadas o a  las que renguean no importándoles solo ser los primeros.

-¿Por qué no se levantan en orden? protesta el empleado
-¡Tú eres el que ha originado todo esto!, responde una voz.
-¡Es que no deben mover los módulos!
-¡Es que debes darte cuenta, imbécil, dice una voz iracunda, que un solo módulo no alcanza para tanta gente de Terapia física donde hay persona con discapacidad que llegan tarde y no pueden estar parados!
-Eso no es mi problema si quieren más asiento  reclamen en la gerencia del  séptimo piso, arguye el empleado. 
-¡Pero mira lo que ha hecho, un desorden, dice otro.

El empleado ya no  escucha solo murmura: ¡Por eso que estamos así…!
-¡Anda tu!, responde otro que le ha escuchado, ponte a barrer no más y no te metas en lo que no te concierne.

La gente esta caldeada, debe ser porque, como yo, han venido con anterioridad un par de veces y no han conseguido una cita. Solo dan a las primeras treinta personas.

Nadie se ha dado cuenta que una señora  que ha madrugado y se había sentado en un módulo de los que habían juntado  se había quedado dormida seguramente  por haber madrugado y no haber completado su sueño, y se había despertado con la bulla y el desorden.

Nadie le ha pasado la voz, a nadie le importa, lo único que les importa es ser los primeros.

La señora ha replanado  hasta atrás y ve la cola que llega hasta la puerta del hospital y presume que otra vez no va alcanzar el cupo, entonces regresa, trata de colarse adelante donde es rechazada. La cola está atrás, le dicen .

-¡Pero yo he venido temprano, responde, sino que me he quedado dormida en el asiento!
-¿Atrás de quién has estado?, le preguntan y la doña, confundida porque se han levantado a la loca, no atina o no se acuerda, y la gente le dan por viva y le exigen que se vaya a la cola, la señora se desespera…

 Ahora llega el vigilante/orientador encargado, además, de cuidar el orden para las ventanillas y la señora acude a él y le explica, y al hacer notar la indiferencia y desconsideración  de la gente   se pone a llorar como una Magdalena. El vigilante condolido la lleva adelante para darle un espacio pero la exaltada gente que hace la cola protesta. Dicen, Nosotros estamos desde las cinco…  ¿Por qué te dejas conmover, le dicen al vigilante, por lágrimas de cocodrilo?... ¡Es una viva, acostumbrada! Y la mujer al oír esto llora más.

 -¿Atrás de quién estaba?, le vuelven a preguntar.
- ¡Es que no me recuerdo, con el cambio repentino me he confundido!

Alguien dice:

-¡Si,  yo la he visto temprano!
-¡Cállese señor!, le responde  furiosa la  gente.

Y  el vigilante no sabe qué hacer y la señora repite una y otra vez:¡No me pueden hacer esto,   yo vine temprano, yo vine temprano…!

Yo no tengo problemas, estoy adelante, quisiera darle mi sitio pero la cita necesita cuanto antes mi mamá, si seria para mí la consulta le daría mi sitio, digo sin creerme mucho.

La señora ,ahora,  se consuela un poco cuando le dice el vigilante a baja voz  que cuando  las señoritas empiecen atender en las ventanillas le va conseguir un ticket.

Y la señora ya no llora pero se queda hipando como una niña.

 

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