A veces pienso que
recupero el camino a la normalidad. Hasta digo: me siento un poco feliz
Pero un hombre no puede estar sin mujer, sin hijos, sin su familia y esto no es normal.
Si ella se hubiese ido, y yo no; si me hubiese ido a
la antípoda del mundo, con la venia de ellos,
sería diferente. Pero ni se ha ido, ni me ido por otro
abrazo. Desterrado fui, no solo por ella
sino por todos. Había pensado, antes, en negros desenlaces. Creí estar, a todo,
preparado.
Pero nunca que ella y todos se parapetaran en la
puerta y me impidiera entrar, sin motivo grave,
que es lo que
me sorprende, a no ser, que me gustaba interiorizarme algo y no dar suntuosidades.
Si quisiera podría regresar como Atila, así como recuperé dos terrenos de invasiones de
extraños.
Recuperé lo que me costó mi sudor. Pero volver a ellos,
verlos con coraje en la mirada, no, no es vivir.
Solamente espero pidan que vuelva. Yo perdono y pido perdón. Pero, se van corriendo los
meses…
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