jueves, 5 de septiembre de 2013

María Azulada

Cuenta mi madre:
Alcadio, hermano de Teodosio, tenía una hija, señorita ella, pero algo taciturna. Solía visitar a su tío Teodosio  alguna veces, en el cerro, donde nosotros, por ese tiempo, (1954) estábamos alojados. Alcadio y su hija vivían por el Parque Universitario.
Cierta tarde, luego de hacer mis labores Salí a la esquina (una prominencia del cerro) de donde se veía buena parte de la hoyada, las primeras cuadras de la avenida Riva Agüero perpendicular a la Carretera Central (  Ayllón, después) A lontananza, los edificios altos del centro de Lima , y más cerca,  el colegio amarillo de primaria, tras él – hacia mi lado-la pampa donde jugaban pelota los muchachos y la escalera que subía al cerro.
Estaba un poco triste porque no tenía casa propia aun y tenía que soportar  el mal humor de Candelaria,  la mujer de Teodosio, y me sentaba en las gradas de un puerta rústica de un corral de cerdos, donde algunas semanas después, llorando mi desdicha, la señora Simona, dueña de la chanchería,  al contarle mi desventura me ofreció venderme su corral, “a buen precio”, que  sería, más luego, nuestra primera casa.
Entonces, luego, vi a  María Azulada con su vestido celeste apergaminado (última lavada se solía enjuagar  con almidón de pechera) y sus blondas   cuello  y mangas de impecable blancura voltear de un rellano de la escalera y enfilarse en línea recta hacia donde estaba. Corrí a la casa de Teodosio avisar a Candelaria  que su sobrina venía a visitarle.
Limpiamos y pusimos un florero en la mesa y encendimos el fogón para calentar el almuerzo que había sobrado. Pasaron minutos, pasaron más  ¡y nada!
-¿Habrás visto mal? me dijo Candelaria
-¡Si la he visto!-aseguré- ¡Tenía su vestido celeste acartonado con sus blondas y su vincha blanca sujetándole el cabello!
Pero nadie vino esa tarde
Nos olvidamos del asunto pero dos días después llegó Alcadio a comunicarnos que  su hija había muerto hacia una semana.
Cuando le aseguré que yo la había visto hacía dos días, describí cómo y el tío Alcadio corroboró:

 -De esa forma fue su mortaja.

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