miércoles, 25 de septiembre de 2013

¡Qué lindo es hacer reír a una niña!

La combi va casi vacía. Por el espejo retrovisor sobre la cabeza del chófer  noto que  está preocupado por llenar su carro de servicio público. Por el espejo exterior derecho el conductor  ve que una persona en la vereda  llama para subir, entonces, el chófer pone  en reversa: y yo  digo, casi, en susurro:
-¡Este carro en ves de avanzar está retrocediendo!
 Una niña de seis años, aproximadamente, me oyó en el regazo de su madre  en el asiento de adelante. Se ríe de mi preocupación.  Sube la persona,  y otra  pareja, más distante,  también hace gesto para que  espere la combi.  Nuevamente el chófer  hace otro retroceso, digo ahora sí, adrede, para que la niña escuche:
- ¡Uf, así como vamos voy a regresar al paradero inicial!
 Y la niña ríe  despepitada. ¡Qué lindo es hacer reír a una niña!
 Y agrego, para que se ría más:
-¡Creo que mejor me doy vuelta mirando hacia atrás porque el carro sigue retrocediendo!
 La niña se desvive riendo.  Llego a un punto que cualquier cosa que diga o haga le causa sonora risa.

¡Qué lindo es hacer reír a una niña!

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