Generalmente (digo, generalemente, haciendo hincapié
que hay los que no comulgan con el sistema),
grandes artistas venden su imagen, su
arte, por dinero: no les importa de dónde provenga, cómo, no les importa que el
jefe de un país esquilme el erario a sus súbditos con tal que se les presente
un contrato millonario, aun sí es
función personal.
En el cine, la mayoría de actores, sin ética, no les importa el guión que se les entregue si es jugoso el contrato.
Por ejemplo, J. Lo ha cobrado un millón y medio de dólares por un show al presidente
de Turkmenistan en el cumpleaños 56 de
Gurbanguly Berdimukhamedo en un resort
en el mar Caspio, régimen conocido como una de las más represoras del mundo.
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