Mariscal era incurable mujeriego hasta que terminó de mala manera
Estaba chapando con la cuñada que había venido de la provincia para el servicio de cocina
Pero no contento con besuquearla aquella noche decidió entrar a su cuarto
Aprovechaba que con su mujer se habían peleado y dormían separados
Hasta que se le pase la calentura, según él.
Salió de su cuarto en el segundo piso al corredor donde, metros mas a la derecha, estaba el de su cuñada
No estuvo en su plan que su mujer intuía y le seguía los talones
De reojo, Mariscal le vio y a un metro de la puerta de la cuñada levantó ambas manos
semicerró sus ojos, como hacen sonámbulos, y empezó a caminar hacia los servicios higiénicos
al fondo del corredor
Pero no entró al baño sino dio media vuelta, siempre brazos en alto y semidormido y atropelló a su mujer que, impelida, le dio paso
Ésta, llena de furia al ver a Mariscal darle la espalda espero el hueco del corredor,
el rellano de la escalera, y le empujó escalera abajo
Dijo después: ¡A ver, sigue haciéndote el dormido carajo!
Mariscal no estaba dormido, intuyendo una lección se prendió de la baranda de madera pero no soportó su peso y cayó de bruces al vacío
Se lastimó, llevado a la emergencia, irreversiblemente quedó lisiado de la columna
Pero aun así, invalido, en silla de ruedas, cuando trajeron a otra empleada la mujer de mariscal
le descubría metiendo la mano a la muchacha Dijo, entonces:
Con este hombre no se puede carajo! Y se resignaba la esposa haciéndose la desentendida.
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