Tiré al fuego un pequeño tronco podrido
sin haber visto que por adentro
estaba densamente poblado de hormigas
El tronco empezó a crepitar,
de él salieron en masa las hormigas
y empeñaron a correr desesperadas
Corrían por arriba y se contraían
quemándose en las llamas
Tomé el tronco y le hice rodar hacia un lado
Entonces muchas de las hormigas
que consiguieron salvarse
corrían a la arena sobre las agujas de pino
Pero ¡que cosa extraña!:
no se apartaban de la fogata
Habiendo apenas sobrellevado su horror,
ya daban la vuelta, rodaban y ...
una fuerza irresistible las atraía hacia atrás
hacia la patria abandonada
Hubo muchas, entre ellas, que subieron
corriendo por el tronquito en llamas
y agitándose sobre él, perecieron ahí mismo.
(Alejandro Solyenitzin)
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