Me quedé dormido en el bus que regresaba a casa Mi
propósito era bajarme en la urb. Pro y de ahí tomar una combi por un tramo corto,
hacia la derecha Pero cuando desperté estaba,
a todo dar del vehículo, pasando la Escuela
de Policía y ascendía la encorvadura del
Puente Chillón Pedí bajar en el primer
paradero disponible y me dejaron en un descampado,
a una hora cercana a la medianoche Apeado,
vi que las casas estaban distantes tanto
del flanco derecho como el izquierdo Tendría que cruzar con cuidado dado por el
arqueo del puente irrumpían descendiendo a velocidad inaudita los carros que venían de Lima Esperaba una
ocasión propicia para cruzar.
Entonces veo un perro de envergadura se me acerca, parecido
a un pointer ingles de pelo corto y fino, orejas grandes y caídas pero no puedo
escapar de él por el tráfico
Por los reflectores
de los carros, veo su cara perruna Deduzco que viene en plan amistoso y se sienta
junto a mi lado Pienso: ¡Perro tonto! ¿Me habrá confundido con su dueño? Pero
estoy alerta tanto al flujo de la pista como al animal que tiene el hocico muy grande y es de un color
blanco Le miro bien y su tono, sin duda ahora,
es leal; pero está pendiente de lo que hago sentado sobre sus ancas
Para regresar a Pro tengo que cruzar la pista y tomar
cualquier carro de vuelta Ni un alma aparte del zoom de los carros, el perro y
yo
No viendo ni un carro en la contorsión del puente decido
cruzar los seis carriles, tres de ida y tres de
regreso y el perro me sigue por detrás
Cuando llego a la vereda opuesta, el perro obviamente,
quería que le ayudara pasar la pista me
sacude su cola de agradecimiento, se va y se pierde ingresando a un corralón
Ya en el micro de vuelta, pienso que esa parte debe
haber sido coto de muchos perros imprudentes
y este perdiguero supeditó su decisión a mi sapiencia. Al menos alguien confió en mí.
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