martes, 12 de marzo de 2013

la pista, el perro..


Me quedé dormido en el bus que regresaba a  casa  Mi propósito era bajarme  en la urb. Pro  y de ahí tomar una combi por un tramo corto, hacia la derecha Pero cuando  desperté estaba, a todo dar del vehículo,  pasando la Escuela de Policía y ascendía la encorvadura  del Puente Chillón   Pedí bajar en el primer paradero disponible y me dejaron  en un descampado, a una hora cercana a la medianoche  Apeado, vi que  las casas estaban distantes tanto del flanco derecho como el izquierdo Tendría  que cruzar con cuidado dado   por el arqueo del puente irrumpían descendiendo a velocidad inaudita  los carros que venían de Lima Esperaba una ocasión propicia para cruzar.
  Entonces veo  un perro de envergadura se me acerca, parecido a un pointer ingles de pelo corto y fino, orejas grandes y caídas pero no puedo escapar  de él por el tráfico
 Por los reflectores de los carros, veo  su cara perruna  Deduzco que viene en plan amistoso y se sienta junto a mi lado Pienso: ¡Perro tonto! ¿Me habrá confundido con su dueño? Pero estoy alerta tanto al flujo de la pista como al animal que  tiene el hocico muy grande y es de un color blanco Le miro bien y su tono, sin duda ahora,  es leal; pero está pendiente de lo que hago sentado sobre sus ancas
Para regresar a Pro tengo que cruzar la pista y tomar cualquier carro de vuelta Ni un alma aparte del zoom de los carros, el perro y yo
No viendo ni un carro en la contorsión del puente decido cruzar los seis carriles, tres de ida y tres de  regreso y el perro me sigue por detrás
Cuando llego a la vereda opuesta, el perro obviamente, quería que le ayudara  pasar la pista me sacude su cola de agradecimiento, se va y se pierde  ingresando a un corralón
Ya en el micro de vuelta, pienso que esa parte debe haber sido coto de muchos perros imprudentes  y este perdiguero supeditó su decisión  a mi sapiencia. Al menos alguien confió en mí.

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