viernes, 1 de marzo de 2013

la madre y la hija


Cuando trabajaba en la tienda Nº3( ósea la última etapa de mi periplo) en ésta, yo no era dueño sino era mi hermano menor quién regentaba las inversiones de mi madre
Solía estar  como  impulsador en la sección ventas  por lo que estaba más en contacto con los clientes en el salón de  la tienda, de puerta a la calle, por lo que estaba enterado del paso de los transeúntes 
Así conocí de vista  a la mamá y la hija Bobadilla que abrazaditos del brazo cuchicheaban sus asuntos en voz baja, a veces, con entusiasmo y otras con la severidad de la madre  que prodigaba, seguramente, buenos consejos a su hija quinceañera. La madre también era joven,  tendría un poco más de treinta años Era algo trigueña y su hija de tez blanca Casi Siempre  veía pasar a la mamá con un jean apretado  aunado a sus zuecos  le hacía  esbelta y  mundificaba más su lindo cuerpo Era común verla cubierta  con un chalequito de hilo y un pañuelo al cuello que la rejuvenecía y  parecían hermanas Su hija, poco a poco fue armonizando su cuerpo y también tuvo  lo suyo: fruta madura como para coger.
Habían pasado  tres años que trabajaba en esa tienda y era como un relax verlas pasear tomadas del brazo  a eso de las cinco de la tarde en que solían ir a comprar el pan.
Nunca vi  hombre que les acompañara, bien al marido de la madre  o al  enamorado de la joven Siempre iban solitas  y juntitas
 Exaltaba esa pareja:¡Esa es la forma que toda madre   debe aconsejar y abrir los ojos  al mundo a su joven hija, vale! Decía en silencio
Cuando pasaban por el frontis de la tienda  -vivían en el piso superior del mismo edificio que arrendábamos  la tienda-  tomaba mi visera  con el fin de saludarlas pero  pasaban tan enfrascados en su plática que no me hacían caso
Hasta que se ausentaron varios meses, ya no les veía pasar  ¿Habrán ido a vivir a otro sitio? me preguntaba  
Después  las volví a ver, pero no pasaban juntas andaban separadas, primero la madre, adelante, y después la hija, o viceversa.
Noté que la hija estaba embarazada como de cuatro meses y, luego, para mi sorpresa,   la madre –noté- ocultaba su regazo con la bolsa de pan:  ¡También estaba embarazada!
¡Caramba, que ha pasado aquí! exclamé Quise saber detalles sobre algo que no me incumbía Mas aun si no había visto  hombre  alguno que las cortejara
 El hermano, el estibador manual de la cuadra viendo mi curiosidad me dijo a boca de jarro
“¡Son del mismo hombre! El diablo se metió en sus vidas Eso les pasa por no oír la palabra
¡Yo, -continuó- cuántas veces le hablé a la madre sobre las enseñanzas de la biblia! Somos vecinos en el edificio- aclaró- pero ¿acaso me escuchaban? La madre, al descubrir a su nuevo pretendiente (un vecino del mismo edifico) en su propia casa mantenía relaciones con su hija le denunció, ahora el hombre está en la cárcel     Mas luego, cuando dieron a luz ambas mujeres,   mes y medio de diferencia favor de la madre, la criatura de la joven murió por  enredadas del cordón umbilical al neonato, con una cesárea lograron salvar a  la joven madre Pero después, cuando ya estuvo recuperada  la hija- continuó contando el evangélico- fue al penal a seguir manteniendo idilio con el vecino preso llegando  a embarazarse de nuevo.  La madre al enterarse la botó de la casa y  la hija fue cobijada por la familia del hombre en el mismo edificio”
 Todo me entero por el hermano, si bien,  asiste sin faltar a su culto, no toma licor,  no acude a las tragamonedas, aporta sin faltar su diezmo  pero es un chismoso sin remedio.
La madre, ahora,  sale a comprar el pan para el lonche halando en  un coche a su crio y le acompaña, su última hija, una púber de trece años y, como antes, le parlotea, seguramente, los problemas que le dio su hermana mayor

No hay comentarios:

Publicar un comentario