El domingo último Eugenio Valverde (39) participaba en una fiesta de carnaval donde contento bebió harto licor
Cuando regresaba a casa, mareado, al cruzar por el
puente Quillcay que divide la ciudad de Huaraz con el distrito de Independencia,
Eugenio cayó en la aguas del río Santa cuya corriente lo arrasó varios
kilómetros
Al día siguiente la policía ubicó un cadáver con el
rosto prácticamente desfigurado y con ayuda de un familiar de Eugenio de 75 años, ciego de un ojo, procedieron a
identificarlo.
Por la tarde entregaron el cuerpo a la familia que lo
llevó a casa para velarlo como lo
hicieron
Al día siguiente cuando ya lo iban a llevar al
camposanto, la familia Valverde recibe la noticia de otro cadáver hallado en el
Santa pero, esta vez, portaba su DNI que identificaba
al verdadero Eugenio Valverde
Apenas llegó en la carroza el nuevo cadáver embarcaron en el mismo al usurpador, sin comitiva alguna, sin aparato floral, sin plañidera que le
llore De repente fue un indigente que
rogaba –en el arcano- no hallaran tan
pronto al otro.
Me pregunto, ¿y si el tal Eugenio de la fiesta se
hubiese venido a Lima por unos días con una simpática huaracina sin avisar a nadie?
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