viernes, 8 de marzo de 2013

El resplandor


Se despertó en la combi Era de noche. Se dirigía a su casa Había bajado del bus de la troncal y había tomado la combi por la autopista Trapiche a su casa, un corto tramo a la derecha, pero el sueño le había vencido el cuerpo.
Despierto, notó por la ventana izquierda donde estaba recostado  lucecitas intermitentes pero no, al  nivel de la carretera  como solía ver en las plantaciones  –meses de invierno para amenguar el frío a las flores- sino las lucecitas estaba abajo como a cien metros.
¿Donde estoy?, se preguntó El foco  del interior de la  combi estaba apagada Por el parabrisas delantero  miró que la avenida se acercaba,  a la distancia, a un tornasolado crepúsculo; como si al fondo, el sol se estaría escondiendo, recién, a pesar de ser más de  medianoche,  cuya llama no irradiaba el cielo sino era  algo incandescente  al fondo  de la autopista.
 ¡No puede ser, pensó, nunca había visto este espectáculo! ¡Qué raro, por aquí no es mi casa! Se pasó al  lado derecho  y vio por la ventana, igual, lucecitas al fondo –le hizo recordar cuando de noche cruzó la cordillera con dirección al centro del país más o menos a 5000 metros s.e.n.m., Casapalca, y vio por la ventana del bus expreso, abajo, las lucecitas de los campamentos mineros.
La combi, ahora,  ascendía  al crepúsculo y, habiendo en los flancos hondonadas  coligió que el carro viajaba por el lomo de un caballete monumental   Precipicios a ambos lados Se asustó. Se levantó y se  dio cuenta que viajaba  solo Se encaramó al espaldar alto del conductor para preguntarle a dónde le llevaba y para su sorpresa no había chofer y el carro avanzaba…
Entonces se despertó, ahora sí de verdad.

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