Se despertó en la combi Era de noche. Se dirigía a su
casa Había bajado del bus de la troncal y había tomado la combi por la
autopista Trapiche a su casa, un corto tramo a la derecha, pero el sueño le
había vencido el cuerpo.
Despierto, notó por la ventana izquierda donde estaba
recostado lucecitas intermitentes pero
no, al nivel de la carretera como solía ver en las plantaciones –meses de invierno para amenguar el frío a las
flores- sino las lucecitas estaba abajo como a cien metros.
¿Donde estoy?, se preguntó El foco del interior de la combi estaba apagada Por el parabrisas delantero miró que la avenida se acercaba, a la distancia, a un tornasolado crepúsculo;
como si al fondo, el sol se estaría escondiendo, recién, a pesar de ser más
de medianoche, cuya llama no irradiaba el cielo sino era algo incandescente al fondo
de la autopista.
¡No puede ser,
pensó, nunca había visto este espectáculo! ¡Qué raro, por aquí no es mi casa! Se
pasó al lado derecho y vio por la ventana, igual, lucecitas al
fondo –le hizo recordar cuando de noche cruzó la cordillera con dirección al
centro del país más o menos a 5000 metros s.e.n.m., Casapalca, y vio por la
ventana del bus expreso, abajo, las lucecitas de los campamentos mineros.
La combi, ahora, ascendía al crepúsculo y, habiendo en los flancos
hondonadas coligió que el carro viajaba
por el lomo de un caballete monumental Precipicios a ambos lados Se asustó. Se
levantó y se dio cuenta que viajaba solo Se encaramó al espaldar alto del
conductor para preguntarle a dónde le llevaba y para su sorpresa no había
chofer y el carro avanzaba…
Entonces se despertó, ahora sí de verdad.
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