Cuando alguien abusaba la confianza que le depositaba, o no cumplía
un proveedor lo pactado me alteraba sobremanera y estando decepcionado por
ello, algo más coronaba el mal día
en mi
tienda: llegaba un cliente a pagar su
deuda y exigía que se le renovara el
crédito (aun por un monto mayor, y
discutíamos); o venía el inspector municipal con ganas de aplicar una multa
para lo cual escudriñaba todo, o en su defecto, llegaba amistosamente me granjeaba
adulaciones para después pedir un dinerito en préstamo que nunca devolvía
Renegaba
hasta del vecino ambulante que a cada rato venia a pedir a usar el inodoro y luego hacía
par de chistes tontos y
creía pagado el favor ¡Hasta de eso me
molestaba!
Entonces, cerraba la tienda temprano y me iba ha caminar por cualquier sitio.
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