domingo, 17 de marzo de 2013

El dolor


Ante una tragedia de aviación ocurrido en Pucallpa donde murieron 41 y salvaron 60 ocurrido en agosto de 2005 las familias peruanas lloraron a sus victimas sin consuelo que les valga,  amargadamente por  lo que le deparó la suerte, angustiadamente ante el designio, afligidamente en sumo, se les veía  partirse el alma que, a su ves, parte al que les ve por televisión; pero también entre los muertos hubo extranjeros  y algunos parientes de ellos  les sufrían pero su dolor es medido, el humus en los ojos manifiesta su dolor pero se contienen, es como ya si ya nada se puede hacer ante lo inevitable y se resignan rápido. Y esta observación la volví anotar en muchos eventos parecidos.
El común del peruano es dado a trabajar el día a día, divertirse  sábados y domingos y así rolar de nuevo otra semana su precaria existencia No está acostumbrado a reflexionar, a dar  unas horas de la semana a filosofar sobre  el sentido de la vida, la muerte, tal que cuando ésta se presenta no tiene donde sostenerse y se le abre el cielo castigándose en dolor.
Somos unos de los países que menos lee y el gobierno cada año designa menos a la educación (o, el dinero que  designa va al aparato burocrático y poco o nada llega al educando y educador) Y un país que no lee es fácil manipulable Son seducidos por un verbo encantador, un chino manejando un Caterpillar, un cholo (el mesías que reivindicará a sus congéneres) o un milico que traerá el gran cambio  El peruano es fácil sobornable
Dedicar unas horas a la semana al raciocino no solo nos reconfortará  a lo inevitable sino  a  enfrentar mejor el presente. A darnos cuenta que la muerte no es como un pasajero que sube al bus y se sienta a nuestro y le preguntamos  A qué has venido? No, no es así.
La muerte siempre está junto con nosotros, desde que nacemos Las células de nuestro hígado, por ejemplo, duran apenas quince días y cargamos con su muerte Cuando a uno le da una parálisis facial se  ha muerto  miles de neuronas pero  el hálito es lo último que se va.
Todo se circunscribe a la conjugación del verbo: antes estabas ahora no estas

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