sábado, 2 de marzo de 2013

El único pilón.



Había ingresado al colegio CESAR VALLEJO en la cuadra 20 de Méjico aprovechando que estaba franqueado la  puerta  a los padres para la matrícula de  sus  hijos en el año lectivo que se avecina Había entrado a curiosear y recordar.
Antes se llamaba Instituto Pedagógico Nacional,  era escuela superior para  los  que seguían la carrera magisterial. Edificio  de tres pisos en al frontera  con varios  pabellones en su interior, en medio, un patio grande  Caminé  hasta el fondo donde en el último pabellón (a la derecha, entrando) estaba arrendado  -cuando era  niño- a la GUE Labarthe que lo hacía  funcionar como primaria Ahí estudié cuarto y quinto.
Por supuesto,  ya no pertenecía a Labarthe  pero ahí estaba el  pabellón
Salí por la puerta  posterior, a la calle,   a la plaza  Andalucía (ver web) donde  hay un complejo deportivo con piscina y otras habilitaciones pero, antes, era llano, solo había tres losas por lo que los muchacho de los alrededores  podían acudir con confianza con su pelota a  jugar, y si las losas estaban ocupadas,  por fin,  en el terral , frente a la iglesia del padre (Web), jugaban
Ahí, en esas losas, Jugaron Lucho La Fuente, Cholo Sotil, cuando eran aun desconocidos (ambos jugaron el selección peruana)  al lado de Bigotito, mi paisano  Chamaco, Mañuco y  las carteristas de la parada (a tres cuadras) que hacían un alto a su latrocinio y  desafiaban jugar como cualquier muchacho Mis años púberes lo pasé  ahí, mirándolos jugar y a veces cuando no había gente me llamaban para completar un equipo
  Después de larguísimos años caminé como quien  va al cine Andalucía, pasé por el complejo habitacional del año cincuenta y tanto,  vetusto por lo años, ahí vivía Abanto, mi compañero  Había frente al cine un terral  donde jugábamos nosotros los primariosos, ahora  hay una vereda peatonal amplia  El cine Andalucía  ya no era cine sino una iglesia evangélica pero su estructura es la misma Me arrellané al muro de una de las cuatro puertas con rejas enrollables (aun las tenía pero repintadas)  mirando la puerta de mi escuelita (tapiada) Imaginé  ver salir   al pequeño   Abanto, a Caballo, a Papa Frita que se acercaban al cine  Hice  ademán de llamarlos… Y una lágrima   gruesa, redonda,  rodó por mi mejilla y empapó mi corazón .
También me pareció estrecha la calle Los Chancas que entra por la av. Méjico al Andalucía  y  dividía mi escuelita de primaria a la  vecindad. Calle donde, también,  jugábamos hasta las nueve de la noche (estudiaba en la tarde) y muchas veces mientras regresaba a mi casa corriendo y asustado por la reprimenda  que iba recibir   me cruzaba con mi madre en La Pampa, venía con un fuste en una mano y en la otra  llevaba un balde
-¡Chendo, me decía, no te corras!¡ Si no quieres que te castigue llena este balde  con agua y llévalo a la casa!  Tenía miedo recoger el balde porque  tenía el arma en ristre
-¡Bótame el balde!  Pedía. Mi madre, entonces, lo dejaba  en el piso y se iba pero antes me amenazaba: 
- ¡Vas a ver no mas, muchacho de miércoles!
Llenaba el agua en el balde en el pilón de la línea y los subía hasta la media cuesta del cerro esperando que mi padre me defendiera.
El pilón de la línea, le decían así a la vía férrea del tren que venía desde  Atocongo y llegaba hasta, tras, el Cementerio Presbítero Maestro pero, en el cruce con la avenida Riva Agüero, antes, había un surtidor de agua que noche y día  fluía  pero era para todas las viviendas hacinadas en el cerro, el único pilón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario