Zeli estás fría, bueno, siempre tú ha sido así,
exangüe tu
pulso pero hoy, ¡estás helada!
Sobre la mesa de cadáveres coinciden todas
callan sus
voces en expresión hueca e imprecisa,
en unas, y atisbos
de lucha final en otras.
Muestran el rictus del abandono.
Haberte olvidado Zeli no me perdonaré nunca
¿Por qué te has ido sin despedirte?
Hoy domingo llegó y tocó la puerta tu prima
Preguntó,
primero, traviesa, si estabas conmigo
Al no, tornó,
dijo en tu casa no sabían nada de ti
Y nos propusimos buscarte en todos los hospicios.
Heme, pues, a mí me ha tocado encontrarte.
Rígida, desnuda, hacia un lado tu cabeza
Como si no
quisieras que te viera
Como si, dormida, esperaras mañana despertarte
Y seguir la busca por ese amor no correspondido;
adusta tu faz,
con tus manitas empuñadas,
ha debido ser dura tu agonía, sin mí, en este trance.
Haberte
desamparado no me perdonaré jamás.
Zeli, estás fría, bueno, siempre tú ha sido así,
exangüe tu
pulso pero hoy, ¡estás helada!
¿Qué haces aquí tendida, sin abrigo, si era yo
el destinado irme primero? ¡Vamos a casa, Zeli!
(Y en mi sueño me arrodillo ante la mesa)
Tendremos hijos
como tú querías
La rosa de tu lozanía recibirá mi riego y…
El guardia me levanta y dice: Tramite su funeral.
Y en la calle, compungido, mi dolor busca un asiento
Digo, las personas que me estiman siempre se van
Doy mal pago, mancillo sus expectativas, siempre.
Voy quedando solo a los que les soy indiferente
¿Qué de mí sin su sonrisa dulce, ágil voz y tez canela?
Zeli, estás fría, bueno, siempre tú has sido así,
exangüe tu pulso pero hoy, ¡estás helada!
Luego, sin
saber donde ir he llegado al centro.
Calles donde caminamos,
cerca a la plaza Francia;
por tu Internado donde no te recogía tu familia
y fungías de
veladora en los meses de verano.
Domingo por la mañana, calles frías, casi vacías.
En el Puente del Ejército la bruma se levanta del rio,
agua enturbiada,
rio vocinglero que baja de la sierra
Me parece verte
posar en una roca, entre la niebla,
salida del arco iris creado en la garganta, río abajo,
me llamas y me pides que me aviente al rio
pero la
cobardía que siempre he tenido me impide,
solo recuesto los brazos sobre la balaustrada,
y me despierto con un copioso llanto.
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