miércoles, 4 de junio de 2014

Zeli, estás fría


Zeli estás fría, bueno, siempre tú ha sido así,

 exangüe tu pulso pero hoy, ¡estás helada!

Sobre la mesa de cadáveres coinciden todas

 callan sus voces en expresión hueca e imprecisa,

 en unas, y atisbos de lucha final en otras.

Muestran el rictus del abandono.

Haberte olvidado Zeli  no me perdonaré nunca

¿Por qué te has ido sin despedirte?

Hoy domingo llegó y tocó la puerta tu prima

 Preguntó, primero,  traviesa, si estabas  conmigo

  Al no, tornó, dijo en tu casa no sabían nada de ti

Y nos propusimos  buscarte en todos los hospicios.

Heme, pues, a mí me ha tocado encontrarte.

Rígida, desnuda, hacia un lado tu cabeza

 Como si no quisieras que te viera

Como si, dormida, esperaras mañana despertarte

Y seguir la busca  por ese amor no correspondido;

 adusta tu faz, con tus manitas empuñadas,

ha debido ser dura tu agonía, sin mí, en  este trance.

Haberte  desamparado  no me perdonaré jamás.

Zeli, estás fría, bueno, siempre tú ha sido así,

 exangüe tu pulso pero hoy, ¡estás helada!

¿Qué haces aquí tendida, sin abrigo, si  era yo

 el destinado  irme primero? ¡Vamos a casa, Zeli!

(Y en mi sueño me arrodillo ante la mesa)

Tendremos  hijos como tú querías

La rosa de tu lozanía recibirá mi riego y…

El guardia me levanta y dice: Tramite su funeral.

Y en la calle, compungido, mi dolor busca un asiento

Digo, las personas que me estiman siempre se van

Doy mal pago, mancillo  sus expectativas, siempre.

Voy quedando solo a los que les soy  indiferente

¿Qué de mí sin su sonrisa dulce, ágil voz y tez canela?

Zeli, estás fría, bueno, siempre tú has sido así,

 exangüe  tu pulso pero hoy, ¡estás  helada!

 Luego, sin saber donde ir he llegado al centro.

 Calles donde caminamos, cerca a la plaza Francia;

por tu Internado donde no te recogía tu familia

 y fungías de veladora en los meses de verano.

Domingo por la mañana, calles frías,  casi vacías.

En el Puente del Ejército la bruma se levanta del rio,

 agua enturbiada, rio vocinglero que baja de la sierra

 Me parece verte posar en una roca,  entre la niebla,

salida del arco iris  creado en la garganta, río abajo,

me llamas y me pides que me aviente al rio

 pero la cobardía que siempre he tenido me impide,

solo recuesto los brazos sobre la balaustrada,

y   me despierto con un copioso llanto.

 

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