sábado, 14 de junio de 2014

Las ciruelas negras


 

“…En otro orden de cosas, no sé por qué se me ocurrió que no me gustaban las ciruelas negras, pero como me las servían las comía, haciendo ascos pero las comía. Qué iba a hacer. Un día mi mamá se fue a Barcelona a hacer gestiones y me quedé en el convento con mis hermanos (Arenys de Mar, al norte de Barcelona) a cargo de las monjitas. A la hora de la comida sirvieron ciruelas,  entonces le dije a la monjita en francés, que ya lo había aprendido:
-Hermanita, hermanita, yo no voy a comer ciruelas.

-¿Por qué, hijito?
-No voy a comer ciruelas como sacrificio al Niño Jesús.

Recuerdo que el rostro de la monjita se iluminó. Junto las manos, cerró los ojos y dijo:
-¡Niño lindo, lindo! ¡No comes ciruelas como sacrificio! ¡Qué hermoso, señor!

La monja se fue con una expresión de dulzura, y cuando llegó mi madre escuché aterrado que le decía:
-¡Señora María, señora María! ¡Usted tiene un hijo que es un santo!

- ¿Un hijo santo! ¿Quién es, por dios?
-¡Su hijo Mariano, señora!, que no ha querido comer ciruelas como sacrificio al Niño Jesús.

Quise correr, (mi madre solía pegarme) desaparecer de ahí, pero me paralizó el grito de mi madre.
-¡Que sacrifico ni que niño muerto! Y con sus ojos siempre ardiendo, agrego:

-Lo que pasa es que este zamarro no le gustan las ciruelas negras. Y ordenó:
-¡A ver, dele ciruelas!

Y a mí:
-¡Ahora cómete las ciruelas, cómetelas!

Me la hizo comer niño santo y todo, me las hizo comer, una a una, provocándome un poco de asco pero sí muchas ganas de morirme de vergüenza. Lo cierto es que, ahora, como de todo, no le hago ascos a nada, incluidas las ciruelas negras, y en ese aspecto ello me ayudó a sobrellevar sin incomodidad extrema el aspecto gastronómico  del secuestro”

 
Mariano Querol, psiquiatra peruano secuestrado y retenido durante 18 días.  Querol, quebrantado por el encierro recuerda los terribles años de su infancia  que publico en 1997 en un libro: Memoria del Cautiverio, de donde procede estas líneas.

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