domingo, 15 de junio de 2014

La empleada nueva


 
¡Qué raro con esta  nueva empleada! No tiene paciencia  oír algún tema de coyuntura social o educativo cuando le sugiero un tema de conversación, sin embargo, ante  algo insubstancial   responde de inmediato con cualquier frívola  respuesta que se le viene a la mente, y se ríe con facilidad para refrendar lo que dice  y no le importa que sus palabras hayan tenido consistencia  o no, pero sí que su   coquetería trascienda en cualquier discusión con los aligerados cortejantes que no falta.
Sonríe a cualquier desconocido, cierto, estamos en una tienda  y entran mayormente desconocidos pero, fácilmente, granjea amistad  con cualquiera. Se va a la broma rápido y muchas veces con personas simplemente curiosas  que no compran nada y solo buscan aderezarla de lisonjas en que ella se bate de maravillas; y  desatiende  al potencial cliente  que en realidad pretende  comprar .
 Tiene como atributo natural, sin duda, su  bien formada  línea  de su rostro, carita de ángel, sonrisa cautivadora.
Con esa cualidad  convenció a mi amigo Abencio  que se hizo más asiduo su visita a mi tienda por verla,  a pesar que  le ponía en autos  ciertos reparos.
 Pero Abencio se apuró   cortejarla y estaba seguro  que en dos semanas  caería rendida a sus pies.
 Pasaron  dos semanas, dos meses y ella  a pesar de haber salido un par de veces con Abencio seguía dispensado la misma coquetería con todos que se a su paso le halagaban, y salía con otros.
Así como desahucio a Abencio igual hace con cualquier pretendiente, solo les utiliza  un sábado para que le invite a una discoteca y, según ella,  para nada más. Los mando al diablo si me porfían otras cosas, dice y agrega, los pretendientes no se acaban. Se rio cuando alguna amiga  le cuenta que permanece varios meses con el mismo chico. Le gusta las fiestas pero ninguna ligazón eterna con nadie y cree que con esa actitud habrá de llevar bien su vida.  Y se burla en su cara cuando algún fulano cae embebido por su coquetería.
Ahora está frente a mí,  sobrepasándose del protocolo  empinando codos sobre el mostrador de ventas aprovechando que es sábado cerca la hora de salida y, ha dejado entrever que ha peleado con su enamorado y , subliminal dice, no tiene con quién salir este fin de semana.
Me regala la misma sonrisa que da a otros. Ella me sugiere: Deberías divertirte y no tener la vida apagada que llevas.
No sabe que ya tiene su remplazo y que hoy, al acabar la tarde, le extenderé  su liquidación aunque no se muy claro cuál es pretexto que emplearé: ¿Por reírse mucho?

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