Manteniendo cierta reserva se apostaron sobre un taburete de cristal y el cambista puso sobre la mesilla tres rumas y medio de moneda nacional.
Mientras el marido los contaba, discreto, la señora abrió su neceser y sacaba solo unos cuantos fajos, creo, diez mil dólares para dar al muchacho cambista que diestro lo contaba y lo guardaba y luego de un par de minutos éste esperó la conformidad de la pareja.
Los ojos me brillaron de codicia y rogaba (Lo que es la necesidad…) que en la operación alguno de los dos descuidara y olvidara un fajo ¿Le avisaría a la señora que se olvidó un paquete? Sin duda que no Pero viendo improbable que ello sucediera por los curiosos entonces (mi mente seguía obsesionándose) Quería que en ese momento entrara los roba bancos y de la impresión la señora se desmayara y yo tomara su neceser pero ,también, era improbable: tendría que desmayarse también el marido, y es imposible que me aproveche del ladrón de banco armado que por el riesgo que toma le robe lo que es suyo
Yo quería dejar de pensar estupideces pero la mente seguía elaborando varios discuerdos más a pesar que la pareja ya se había ido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario