Como tal, propensos
estamos a la fatiga, tedio o aburrimiento.
Evitar ello es hacer
agradable nuestro puesto de trabajo, óptima luz, limpieza, orden y si es
posible de fondo una música relajante, por ejemplo, de Franz Liszt.
Nuestra mesa de trabajo, si tenemos un oficio con los instrumentos y herramientas necesarios
a desarrollar nuestra tarea, o en caso contrario si tenemos en el
escritorio el equipo y papelería
necesaria, lógicamente saldrá bien nuestra labor. Además:
Alguna pizarra pequeña donde se adhiera algunos artículos de interés
cotidiano, retratos de nuestros hijos, cuadros, aunque sean copias de pinturas de autores de renombre, en un momento de una entrevista, de confraternizar
con el colega les deparará curiosidad y será motivo para que disertemos a nuestro derredor, no mezquinemos y vertamos
una dosis de entusiasmo y cultura.
Debajo de nuestra mesa de trabajo un cuaderno pequeño de notas que nunca debemos separarnos en el cual volquemos
con un simple trazo los sucesos
interesantes del día que, después, desglosaremos
en nuestra mesa de velador.
Y cada día trabajar con entusiasmo.
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