Encuentro en el banco de loza de la berma central
tallado a esta mañana fría de finales de invierno
¡Dios mío, tan jóvenes y hay tristeza en la escena!
Tal ves, él hizo caso omiso al timbre de teléfono
o se excusó no tener tiempo la atención para su hijo
que llora al oír, áspera su voz, o, tal vez, de hambre
¡Dios mío, tan jóvenes y hay tristeza en esta calle!
Simula ella catorce, él dieciséis, fuerzan a ser viejos
Vestido ella como cuando él la llevaba a la discoteca
pantalonera licra fosforescente, botines negros
chaqueta blanca que no le cubre el ombligo
Lleva en brazos al aterido bebe que no se calla
Manos en los bolsillos el joven prueba un hablar raro
No mira a su hijo, mira a los lados, como si temiera
que algún amigo de colegio (u otra chica) le viera
¡Tan jóvenes!, le ha jugado mala pasada la vida
¡Qué lejos el afán de prodigarse de brazos al verse!
¡Qué lejos con tener su primer hijo y contentarse!
Obviamente, discuten por su alimento, o su registro
(Ha pasado la necesidad de ella a segundo plano )
De aquí en adelante siempre demandará por su hijo
Para él, asuntos nuevos que le desfloran el oído
¡Jóvenes!, y se esfuerzan por poner la cara de adulto.
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