en su rostro bello sufrió quemadura
Convirtiéndo antifaz de lo que era
Sufrió mucho, acordó a su novio escribir
"No soy merecedor de tu compañía,
exijo repruebes el matrimonio pactado
y busques otra mujer que te merezca".
Responde él después de prudente tiempo:
- Pensé bastante enterarme lo infausto
ahora, eres tú, mujer quién debe decidir:
¿Te casarías con un hombre casi ciego?
No te dije, en realidad, casi no miro nada
Hasta puedo decir: soy ciego en totalidad.
Si te casas conmigo Dios nos dará consuelo
y sabré hacerte feliz con mi ceguera
Y se casaron, ella con la faz mancillada
Y él, ciego, en ceremonia sencilla
Y felices pasaron veinte largos años.
Ella oficiaba de destrón lazarillo
y él la llenaba con amor acendrado.
Hasta el día que sin pena ella murió,
y él inmediato recobró la vista
Asombrados todos los que le conocían
preguntaron cómo se hubo recuperado
Y él respondió:
- Yo nunca perdí la vista, fingí estar ciego
Mi amor era tan intenso por ella
no quería causarle dolor, advirtiera
que le miraba su rostro quemado.
(Adaptación emisión radial)
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