domingo, 11 de septiembre de 2011

Hijo

Hijo, cuando llegas de la calle contento
arrumacos das al gato, alborozas a  tu hermano
y te sientas en el mueble gozoso de tu buen día,
no sabes, hijo, como me alegro yo también

En cambio, cuando llegas mohíno, malhumorado
no sabes, cómo me hiere no poder darte
lo que, seguramente, necesitas

En este caso mi faz indiferencia  muestra
pero interiormente  odio ser como soy

Si te preguntara  dirías" No pasa nada Papá"
pero tu semblante azul enfurruñado seguiría

Otra de las cosas que más me odio es
no  tener habilidad en lo tuyo internarme

Hubiese querido niño siempre fueras
Siempre te viera correr  por la casa
jugando la pelota en la calle vecina
feliz, ignorando lo que más allá suceda
Pero la ley inexorable de vida obliga
tengas derecho a escoger tu camino
allá, en la sociedad ínter actuando
discerniendo lo bueno de lo malo
por tus propios medios comprendiendo
la dura calle asfaltada de inferencia

¡Albricia! si pudieras darme un espacio
a mi voz qué, cálida, te la voy a dar
la tuya potenciar , saber, que no vas solo.

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