Niño aún, solía salir al camino a jugar
asustando arañas con una varilla
en el orificio de su madriguera
de alguna descostrada pared
Camino, se llamaba a la calle peatonal
donde subían y bajaban vecinos a laborar,
En medias tardes veredas silenciosas eran
Camino horizontal a media altura del cerro
de donde se veía buena porción de la ciudad
Camino, en parte, encajonados a paredes
la pared posterior de las casas de abajo
y el alto zócalo de las casas de encima,
la mía, tres gradas para alcanzar la puerta
e, ingresando, cuatro más para llegar al patio.
Cierta vez, vi entrar a mi ventana al Chupajeringa
avispón de lengua puntiaguda
recordé que mamá solía decir:
era antesala para recibir visita ese día
Estaba expectante quién la cuesta habría de subir
eran pocos que se atreverían
sus dos hermanos o algún tío de mamá
En efecto, al caer la tarde vi al tío Tomás,
tío de mamá, su pelona y sus cuatro pelos atrás,
tez bronceada, facciones parecidas a mamá
Le daba alcance, me alzaba en brazos hasta la casa
en esta me tenía entre sus piernas haciéndome carantoñas
Yo me dejaba hasta que soltara la propina
y me desasía para ir a comprar caramelo en La pampa
Mi madre imprecaba "Qué se dice "
y yo, al vuelo, "Gracias abuelito" , y volaba.
*
Hoy, limpiando la ventana, he visto al Chupajeringa
la pregunta es obvia pero parece que no vendrá nadie
Ya no tengo esa superstición que tenía de niño
El Chupajeringa parece haberme oído
a la casa vecina. se ha remontado.
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