su luz desparrama hacia el patio de ingreso,
amplio, largo, casi cinco largas cuadras
En una esquina una banda de rock ochentera
sobre un tablado desgañita temas de antaño
que, los no tan jóvenes gozan al recuerdo
algunas parejas hacen afectación de bailar
(Entran vacíos los cochecitos por la ancha puerta
luego salen rebosantes con las ofertas de navidad)
En una rebaba del frontis , en la otra esquina,
sentado en el piso como un buda flaco
un mendigo al que le gana la ceguera
un son triste emana de su pobre instrumento
una peineta que raspa a un tubo escarolado
y su hijo, un púber de doce años, mas o menos,
echado en su regazo, oye de su padre mendigo:
"Así es la vida hijo, así es, que se va hacer..."
es la gran frase enarbolado transido a su vejez
El muchacho no dice nada, se muerde los labios
pero hay una mirada feroz, dura, acerada en su faz
Va despertando a la realidad que le toca vivir
Le sigue condoliendo el padre cuyo afecto
consiste solo en apapacharlo en su regazo:
"Así es la vida hijo, así es, que se va hacer..."
y la dureza del hijo no se apacigua, se enerva
Los dos parecen enfermos del alma
del viejo, endémico, el niño lo va incoando.
Pocos años atrás, recuerda el núbil
con su hermana bailaban alrededor de la miseria,
pero no se daba cuenta, le parecía un juego:
pedían suplicante y le llovía monedas en su taza
Pero, ahora, ya no es niño es un púber
Hubiese preferido no despertar nunca jamás
(La madre se fue y se llevó a la hermana)
La basta del pantalón le llega a la pantorrilla
calza zapatillas roídas y deslenguadas, ironía:
un polo rojo estampado en letras blancas "Te amó Perú"
De las grandes tiendas salen adolecentes, como él,
felices, llevando en sus manos una Nike, un Reebok
que sus padres recién les han comprado
El mendigo se da cuenta lo que su hijo quiere y le dice:
"Así es la vida hijo, así es, que se va hacer..."
El muchacho no dice nada, se muerde los labios
pero hay una mirada feroz, dura, acerada en su faz.
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