viernes, 2 de septiembre de 2011

La desobediencia


Sobre  un banco de cemento -sentada-
del parque frente a su casa mi vecina cuenta:

"Era un poco más del mediodía
Tenía hambre y mi mamá no llegaba
Tomé mi muñeca patilarga 
y salí a la calle en su busca
Tendría cinco añitos, 
sabía, el comedor estaba atrás
tomé el lado izquierdo de la calle 
e iba caminando por la vereda 
cuando veo a mamá que viene a mi 
trayendo las portaviandas con la comida

Reconocía, había desobedecido,
me advirtió que no saliera de casa

-¿Mamá. qué trajiste?- le pregunto. 
Ella venía absorta mirando al piso
¡Caramba! no me ha oído!, repito:

- ¿Mamá, qué has traído? Soy tu hija
Mi madre seguía su camino
-¡Mamá, soy Hadaly, tu hija!- Y, nada.
Entonces empiezo asustarme

De pronto mamá dice mirándome :
- ¿De quién será esta nanita?
 Seguramente se ha perdido,
Mi hija nunca sale a la calle,
Mi hija nunca desobedece

-¡Mamá, soy yo, tu hija Hadaly
-le interrumpí y agregué:-
- Te demorabas y de la casa salí
 tenía mucha hambre

Pero ella 
estaba empecinada en castigarme
Abrió la puerta,  entró sola y cerró tras ella

Me quedé fuera de la casa. 
Mi voz de niña se ahogaba
Mis piernitas endebles flaqueaban
Me parecía que el piso temblaba

Quería llorar pero que nadie me viera
Corrí a este parque, a este mismo banco 
En ese tiempo, eran tiernos los ficus
y lloré con mucha aflicción
hasta que mi madre salió en mi busca,
y, al encontrarme así,
se puso a llorar conmigo
haciendo encomio
que no desobedeciera nunca más.

Mi madre,
ha sido la mujer más buena del mundo
he convivido con ella muchas cosas bonitas
sólo este pequeño detalle se podría decir..."

Y mi vecina ya no pudo hablar y lloraba

Ha  vuelto del extranjero 
al saber que su  madre ha muerto 
Yace tendida en la capilla ardiente
frente a este parque, a este mismo banco 
hoy en día poderosos son sus ficus.

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