Vaporoso ondeaba el pañuelo con marcado estilo
Se enamoró de su baile sin importarle quien era
La próxima pieza esperó, de lejos retó la mirada
Venido él de lejano lugar, ella, oriunda de la campiña
Se quitó, atrevida, los zapatos, circundó la tierra apisonada
buscando por donde entrar y poniéndose en guardia
defendía su fuero con mirada altiva y pedante
Orillando su tersa mano el vuelo de su falda labrada
la angostura de su talle convergía al cortejo del galán
qué, centellaba sus ojos subyugar tal cintura combada,
quebrada, afán de varón arqueaba su torso adelante
Haciendo adehala dar un beso cubriéndose al sombrero
retiró al punto, la morra trigueña ladeaba a los lados
cabello en moño, sujetaba a una agujeta color morada
el baile se esparcía bajo la sombra del algarrobo
Llegado al apogeo de la contienda el pago del hombre
Amañaba la baqueteada ante el aguijón de los presentes
Terminando la faena : lance de brazo y pañuelo extendido
él una rodilla apoyando el piso, y, ella, levaba triunfante
Se enamoró de su baile sin importarle quién era
solo se enteró, después, le doblaba en edad, aun así,
Terminado la fiesta en la campiña, unos días mas
el corazón en el pañuelo, a la ciudad se fugaron.
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