en un banco de madera y mimbre sentarme,
casi, en el vértice de la terraza apoyarme
al parapeto de un metro, vese todo el contorno
el cielo de verano, inmenso, inconmensurable
Subí tarde hoy , me perdí la mitad de la función:
la diadema de fulgor, el rasguño de sangre,
la sinfonía de color, inmensa fogata haciendo
la niña vestida en crepé rojo amarillento
danzando entre nubes nacaradas, me perdí eso
Ahora se ve
la silueta de cerros pardo oscuro, en fila, al este,
sus crestas delineadas, al fondo , ceniciento cielo
Las tres cuartas partes de lid va ganando la noche
Vientecillo ligero, caricia infanta voy recibiendo
Cono norte de Lima, mi casita de Las gardenias
Por el oeste, también, cerros cerca al mar vese
Cerro El Paraíso, Las Animas, Cerro Oquendo
Sino no hubieran veríase el sol tragado al ponto
A cambio se ve jirones rojo oscuro menguando,
mota amarillo grana desperdigado en el cuenco
Y sobre mí, a plomada, aun hay un claro de cielo
fantasmagórico pulpo violeta extiende sus brazos
aplastado por la sandalia de gladiador que no se ve
finex: el cielo se vuelve oscuro y la noche ha ganado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario