Por la tarde
hicimos migas con Rosado
A la pega
jugamos en la losa cementada
Me tocaba la espalda y tenía que ir tras él
cosa fácil para mí porque regordete era
Las alumnas también salían al recreo
Una fila de geranios dividía la losa
Sobre ella algunas extendían la mano
Y les gustaba tocar la morra de los niños
A Rosado le decía una:
Este gordito blanquiñoso me gusta
Lo malo que es pauliche, decía la otra
Y el gordo se encendía como frambuesa
Yo le decía para escaparnos de ellas:
¡Mejor nos bañamos en agua bendita
Antes de caer con estas marrulleras!,
Y corríamos jalados como por el viento
¡De pronto! una escalera a nuestros ojos
Pasos de madera del edificio contiguo
con pasarela y de soporte columnas
Corrimos ascendimos a ella jugando
Progresión que nos llevaba al cielo
Cuando llegamos a un descanso vimos
Por una ventana el cuarto de cocina:
Pailas inmensas a candela abierta
Era la comida para el cuerpo de hermanas
Y para algunos alumnos abonados
Cosa que después pude gozar
Cuando en casa salían todos a laborar
Al llegar al techo
una amplia azotea
Viéndonos fugaban las
aves del palomar
Enrarecidas ver en redor dos muchachos
Quedando en la cuna solo los pichones
Que chillaban de miedo al vernos
Sobre un machote alzaba la estructura
con su base inferior en forma de rodal
-De allí veía pequeño mi aula de transición-
La parte externa, el comedero bebedero
y de techo un cono con la punta arriba
cuya generatriz remataba en una cruz
-No se pero percibía que alguien nos veía-
En el cilindro departamentos tabicales
Largo barral para que ejercitaran sus alas;
También encontramos a media altura,
al centro de la azotea una lumbrera
forma de cúpula adosado con vidrios
El mobiliario de una iglesia adentro
Aunque vacía mostraba imponencia
La pianola y el aposento para el coro
Desde la terraza se veía toda la comarca
La carretera a Chosica vía central al país;
La floresta con los huertos circundantes
Un campo de fútbol, mi cerro Dinosaurio
Mi casa pegada al antepecho de este cerro
Le señalé ufano a mi compañero Rosado
Y éste haciendo visera con la mano dijo
Mordaz: ¿Y la gente no se cae de allí?
Una arboleda impedía el arroyo observar
El pilón
y la línea del tren pegado al cerro
Un carromato lleno de hortalizas tiraba
al mercado de mayor que estaba cerca
Pst… Pst, entonces oímos un llamado
Una viejita albina en su silla de ruedas
Vestida azur y su toca volada blanca
Que nos llamaba desde gris caseta
Cuarto prefabricado en la explanada
A contra luz que no nos percatamos
Desde la sombra nos estaba mirando
hasta que nos llamó y amansa dijo:
Niños, -nos amonestaba dulcemente-
¿No saben ustedes que está prohibido
corretear la azotea por ser techo frágil,
y que no se puede espantar las palomas?
De ojos azules tez arrugadita y blanca
¿Y usted cómo ha subido? le pregunté
Sabiendo que la escalera era a peldaños
No permisible para una silla de ruedas
Por la parte interior hay una rampa, dijo,
que la muchacha de servicio me haló
y me dejó porque yo se lo he pedido
y vendrá a recogerme dentro una hora
Tiempo que doy alimento a mis palomas
Mientras me gusta estar mirando afuera
Hasta la caída del sol y pueda ver
El crepúsculo que es un regalo de Dios
Doy cuenta cómo el barrio está cambiando
Cómo irrumpen nuevas construcciones
Saben… soy una de las primeras vicentinas
-Cofradía llamada Hijas de la Caridad-
Que llegó a este país por su hospitalidad
Hace cincuenta
años y me sorprende hoy
Cómo ha pasado rápido mi servicio a Dios
¿Quieren oír mi historia? ¡Vamos, siéntense!
Y la viejita nos
invitó a sentar a la sombra
De la caseta
mientras suave nos contaba
Llegamos primera
vez al país por al Callao*,
Hermanas de la
caridad, todas francesas**,
e hicimos mucha
labor en hospitales del país
ergo, fundamos la
Escuela San Vicente de Paul***…
__
*en 1858
**45 hermanas
** *en 1952 que
fue expropiado a fines de los sesenta
para hacer la
urbanización Manzanilla
Hubiésemos querido
escuchar parlar harto
pero nos habíamos
sobrepasado del recreo
Otro día volvemos
madrecita -le juramos-
y bajamos a vuela
vuela por la escalera
La losa de recreo estaba
descampada
Todos estaban dentro
oyendo clases
No todos, César y
otro compañero
devolvían el bote
lechero vintage
al camión que
esperaba en la puerta
y lo asían tomando
cada agarradera
-leche que se
tomaba en la mañana
antes de entrar al
salón de clases-
La sor de mejillas
trigueñas sonrojaban
Con una varilla
golpeaba su mano izquierda
Y zapateaba nerviosa
con la punta del pie
Nos había buscado la asistente María
por todos las
ambientes del primer piso
que, en una
esquina, apenada la cabeza movía
¿Así que con
ustedes no se puede, no?
Tendrán que ser
muy sabios, -dijo la sor -
para que aprueben
el año ¡Los voy a jalar!
-Primer día de clases
y ya nos desaprobaba-
Obviamente ya no le dijo nada a mi padre
Cuando volvió a las seis a recogerme
En cuanto a la cortada para la salida
Decidimos postergarlo pa más adelante
***
Regresábamos casi cabizbajos
hilando cada uno por
su cuenta
Papá la forma de regañarme
Yo, con propósito de
enmienda
Cuando oímos un
estribillo
De un vespertino andante
Que llevaba en una
mano
Una lamparita de
kerosene
Portátil a mecha
encendida
Cargando un costalillo
crudo
Color blanco a medio
llenar
-en la espalda-, y que
cantaba:
Revolución caliente,
Música para los
dientes,
Azúcar, clavo y
canela,
para rechinar las
muelas,
Por una calle me voy
Por otra calle doy
vuelta
Todo el que quiera
comprar,
que deje la puerta
abierta
Revolución caliente…
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