martes, 17 de enero de 2017

SAN VICENTE DE PAÚL 9

Por la tarde  hicimos migas con Rosado
A la pega jugamos en la losa cementada
Me tocaba la espalda y tenía que ir tras él
cosa fácil para mí porque regordete era

Las alumnas también salían al recreo
Una fila de geranios  dividía la losa
Sobre ella algunas extendían la mano
Y les gustaba tocar la morra de los niños
A Rosado le decía una:
Este gordito blanquiñoso me gusta
Lo malo que es pauliche, decía la otra
Y el gordo se encendía como frambuesa

Yo le decía para escaparnos de ellas:
¡Mejor nos bañamos en agua bendita
Antes de caer con estas marrulleras!,
Y corríamos jalados como por el viento

¡De pronto! una escalera a nuestros ojos
Pasos de madera del edificio contiguo
con pasarela y de soporte columnas
Corrimos  ascendimos a ella jugando
Progresión que nos llevaba al cielo
Cuando llegamos a un descanso vimos
Por una ventana el cuarto de cocina:
Pailas inmensas  a candela abierta

Era la comida para el cuerpo de hermanas
Y para algunos alumnos abonados
Cosa que después pude gozar
Cuando en casa salían todos a laborar

Al llegar al techo una amplia azotea                          
Viéndonos fugaban las aves del palomar
Enrarecidas ver en redor dos muchachos
Quedando en la cuna solo los pichones                     
Que chillaban de miedo al vernos
Sobre un machote alzaba la estructura                     
con su base inferior en forma  de rodal
-De allí veía pequeño mi aula de transición-

La parte externa, el comedero bebedero
y de techo un cono con la punta arriba                           
cuya generatriz remataba en una cruz
-No se pero percibía que alguien nos veía-

En el cilindro departamentos tabicales
Largo barral para que ejercitaran sus alas;
También encontramos a media altura,
al centro de la azotea una lumbrera
forma de cúpula adosado con vidrios
El mobiliario de una iglesia adentro
Aunque vacía mostraba  imponencia
La pianola y el aposento para el coro

Desde la terraza se veía toda la comarca
La carretera a Chosica vía central al país;                                      
La floresta con los huertos circundantes
Un campo de fútbol,  mi cerro Dinosaurio

Mi casa pegada al antepecho de este cerro
Le señalé ufano a mi compañero Rosado
Y éste haciendo visera con la mano dijo
Mordaz: ¿Y la gente no se cae de allí?

Una arboleda impedía el arroyo  observar
El pilón y la línea del tren pegado al cerro
Un carromato lleno de hortalizas tiraba
al mercado de mayor que estaba cerca

Pst… Pst, entonces  oímos un llamado
Una viejita albina en su silla de ruedas  
Vestida  azur y su toca volada blanca
Que nos llamaba desde  gris caseta
Cuarto prefabricado en la explanada
A contra luz que  no nos percatamos
Desde la sombra nos estaba mirando
hasta que nos llamó y amansa dijo:

Niños, -nos amonestaba dulcemente-
¿No saben ustedes que está prohibido
corretear la azotea por ser techo frágil,
y que no se puede espantar las palomas?

De ojos azules tez arrugadita y blanca
¿Y usted cómo ha subido? le pregunté
Sabiendo que la escalera era a peldaños
No permisible para una silla de ruedas

Por la parte interior hay una rampa, dijo,
que la muchacha de servicio me haló
y me dejó porque yo se  lo he pedido
y vendrá a recogerme dentro una hora
Tiempo que doy alimento a mis palomas
Mientras me gusta estar mirando afuera
Hasta  la caída del sol y pueda ver
El crepúsculo que es un regalo de Dios

Doy cuenta cómo el barrio está cambiando
Cómo irrumpen nuevas construcciones
Saben… soy una de las primeras vicentinas
-Cofradía llamada Hijas de la Caridad-
Que llegó a este país por su hospitalidad
Hace cincuenta años y me sorprende hoy             
Cómo ha pasado rápido mi servicio a Dios
¿Quieren oír mi historia? ¡Vamos, siéntense!

Y la viejita nos invitó a sentar a la sombra
De la caseta mientras suave nos contaba

Llegamos primera vez al país por al Callao*,
Hermanas de la caridad, todas  francesas**,
e hicimos mucha labor en hospitales del país
ergo, fundamos la Escuela San Vicente de Paul***…
__
*en 1858
**45 hermanas
** *en 1952 que fue expropiado a fines de los sesenta
para hacer la urbanización Manzanilla

Hubiésemos querido escuchar parlar harto
pero nos habíamos sobrepasado del recreo
Otro día volvemos madrecita -le juramos-
y bajamos a vuela vuela por la escalera

La losa de recreo estaba descampada
Todos estaban dentro oyendo clases
No todos, César y otro compañero
devolvían el bote lechero vintage
al camión que esperaba en la puerta
y lo asían tomando cada agarradera
-leche que se tomaba en la mañana
antes de entrar al salón de clases-

La sor de mejillas trigueñas sonrojaban
Con una varilla golpeaba su mano izquierda
Y zapateaba nerviosa con la punta del pie
Nos había  buscado la asistente María
por todos las ambientes del primer piso
que, en una esquina, apenada la cabeza movía

¿Así que con ustedes no se puede, no?
Tendrán que ser muy sabios, -dijo la sor -
para que aprueben el año ¡Los voy a jalar!
-Primer día de clases y ya nos desaprobaba-

Obviamente ya no le dijo nada a mi padre
Cuando volvió a las seis a recogerme
En cuanto a la cortada para la salida
Decidimos postergarlo pa más adelante

***

Regresábamos casi cabizbajos
hilando cada uno por su cuenta
Papá la forma de regañarme
Yo, con propósito de enmienda
Cuando oímos un estribillo
De un  vespertino andante
Que llevaba en una mano
Una lamparita de kerosene
Portátil a mecha encendida
Cargando un costalillo crudo
Color blanco a medio llenar
-en la espalda-, y que cantaba:

Revolución caliente,
Música para los dientes,
Azúcar, clavo y canela,
para rechinar las muelas,
Por una calle me voy
Por otra calle doy vuelta
Todo el que quiera comprar,
que deje la puerta abierta
Revolución caliente…


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