Mi mundo en el cerro:
oír el graznar de nuestros patos
Oír el cornetín,
pedir plata a mamá cuando estaba
Bajar de la casa
vieja a la pampa, comprar un helado
Oblicuo, la caña de
guayaquil haciéndome sombra
Mi baúl de tristeza
recibía los primeros trastos
Una tonada evangélica
– parlante- llegaba apenas
La sandía estallada
descalabrada estaba por llegar
La figura de Prometeo
encadenado a la roca
Nudo a vuelta mordida
estaba pendiente en mí
El paisaje que veía
desde mi atalaya ¡magnifica!
Como herradura el
cerro se abría hacia la avenida
Limitada nuestro
barrio el colegio amarillo 581
Al este huertos y
corralones, habitúes de negros
-la antigua hacienda Barbones
de Los agustinos -
se remplazaba sus
huertos por más ladrillos
Un mugido de vaca
hacia tremolar el sopor del día
Un morenito indócil
huía de la brida de su mama
y corría a pampa
traviesa mientras el látigo le seguía
Ni un soplo de brisa
ventilaba el bochorno cargado
Recostado en la
caseta de mi perro desde mi cota
Veía abajo -manos a
la nuca- cuando de pronto dije:
¡Soportar estos
sopores hasta la edad de mi padre!
¿Cuántos años papá
tiene? ¿Cuarenta? ¡Cuánto, yo?
¡Qué cantidad de años
me falta llegar a cuarenta!
¡Cuantos veranos
ardientes más tendré a soportar?
Conjeturé nuevas
experiencias uno a uno llegarían
Tendría otros amigos,
amigas ¿Amigas? ¿Qué es esto?
Mis labios tardaron
pronunciar: ¿Tendría una enamorada?
Parecía pronunciar
una herejía que colegí a la realidad:-
¿Me sucedería como
sucedió a mis padres? ¿Me casaría?
Perplejo me pregunté ¿Será
posible que esto me suceda?
Quedé preocupado largo
momento ¿Y cómo será esa vida?
¿No se podría evitar?
¿No se podría solo vivir?, tonteaba
Coki mi perro me veía
algo extrañado y me ladraba
El sol reverberaba la
pampa, nadie salía a pelotear
Mi mente seguía
divagando incontenibles temas
¿Llegaría a ser
profesional? ¿No? ¿Qué pasaría, si no?
¡Mis padres siempre pendientes
de mi? ¿Siempre vivos?
¿Tendrían más hijos?
¿Yo, con hijos? ¡Estaría bien no tenerlo?
Algo que nunca me
había pasado: me excitaba la mente
¿Sería que el salvaje
calor del mediodía me acaloraba?
No había luz roja
para detenerlo y me estaba asustando
Pero la calentura de
germinar más y más masticares
Seguían, largos
minutos pasaban, incluso, casi tres horas
Las primeras hojas
secas caían a la poza subconsciente
Comprendería,
después, con el correr del tiempo,
que la vida es como
una moneda, no solo tiene una cara
en el reverso lleva
el dolor impregnada –sino a cada uno-
Si no fuiste feliz de
niño, cuando no seas, no enmendarías
(Pero si lo fuiste, a
lo bailado nadie lo quita), el asunto
¿cómo quitarías esos
cucos pensamientos que te arribaría?
¿Qué hay más allá de
la última galaxia? me preguntaba
Viendo el cielo
celeste admirablemente despejado
La pared pegada al límite del universo ¿qué hay mas
allá?
Pero ¡qué diablos me
importaba esa cosmogonía anodina!
Era niño aun, no
estaba hecho para esas elucubraciones
Toque madera y dije: Tengo
que pensar otra cosa, otra cosa
***
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