viernes, 20 de enero de 2017

SAN VICENTE DE PAÚL 12


PARTE TRES

Cierta noche quedé solo en la casa vieja
con mi perro Coki que no me dejaba                                                    
Mis padres habían salido a un compromiso,
Eran ellos, poco de hacer vida social pero
un asunto ineludible esa noche les urgió 

Con la barriga llena me arroparon
En la cama de somier me apapacharon 
Me dieron las reconvenciones del caso
Y por mis ojos soñolientos creyeron
un sueño grande se me avecinaba

Pero no, al poco rato que se fueron
A débil  albor de la vela sobre un vaso          
En medio del piso de tierra apisonada
Interfería la luz  la pata de mi perro,
-Coki, la ingle con fruición se rascaba-

Vislumbré sombras bufas grotescas      
sobre las paredes empapeladas
-con hojas de revistas engrudadas-
Simulaban entes fantasmagóricos
Sobre el écran de ambos frentes

(Me hizo recordar que papá solía
hacer fantoches con la sombra
solamente con sus manos diestras
y contaba cuentos sombríos
acaecidos en su provincia lejana)

Me levanté pa salir al patio cercado
Que tenía una abertura a bajo nivel
que daba a la calle y era la escalera
Tan pobre que no tenía su puerta
por lo cual  podía ver la depresión

La tétrica vecindad miraba, en esa
noche de estío de esa lejanía:

Sin parque ni poste de luz alguna
Mi barrio era pues animal de piedra
Gigante cubierto con  manto negro
que cobijaba  las casas con esteras
y se tapaba las patas con un faldero

De vez en cuando la farola de carros
llegaban desde la ondulada avenida
(Única del barrio, en la parte baja)*
y alumbraba el antepecho del otero
breves segundos fugaba y revolvía

Pasaron minutos, media hora, horas
Mis padres me habían abandonado
Me puse a llorar  hipando  gimiendo
Sin que nadie me consolara
La abuela se había ido a su pueblo

Solamente Coki, mi perro chusco
queriendo ser condescendiente
Ladraba y hacía renovadas piruetas
Como dejándome entender
que él, nunca me abandonaría

Cuando llegaron de madrugada
Me encontraron en la escalera
Dormido cubierto con una frazada
escena que conmovió a mi padre
y que creí oír de sus labios
prometer  nunca más me dejaría

erta que lapidó nuestro juego.

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*Av. 28 de julio y jirón Pisagua


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